Cuadros que son esculturas
Las obras de Peter Demetz parecen pinturas con profundidad tridimensional
De lejos, las obras de Peter Demetz parecen cuadros. Se cuelgan en la pared, en marcos rectangulares y muestran una imagen que parece plana. Sin embargo, cuando uno las mira de cerca cobran, nunca mejor dicho, nuevas dimensiones: lo que parecía plano despliega cierta profundidad y genera cierta extrañeza cerebral, una duda, un mareo, cierta perplejidad: la tridimensionalidad dentro de la bidimensional a la que nos asomamos como en un sobrio y mudo teatrillo, el holograma hecho a mano. Porque Demetz (Bolzano, Italia, 1969) no es pintor, sino escultor.
El truco radica en que los diferentes planos de la imagen (de entre 50 y 120 centímetros de altura) son, en efecto, diferentes planos físicos esculpidos en madera de tilo en los que se resalta la figura del fondo. Los motivos que elige también generan cierta inquietud: personas en actitud contemplativa o reflexiva, generalmente de espaldas, frente a lo que serían crepúsculos de colores difuminados. No tenemos acceso a la identidad de los personajes, ni a su expresión facial, son monocromos, llenos de detalles, pero ¿quiénes son? ¿Qué están mirando? ¿Por qué no se pierden dentro de su smartphone si parecen ociosos?
La obra de Demetz se puede visitar en la galería Lucía Mendoza (Bárbara de Braganza, 10) hasta el 7 de abril dentro de la exposición titulada Inside view. El artista se formó en el Instituto de Arte de Ortisei, donde logró una maestría en Escultura. Precisamente Ortisei, la pequeña población italiana cercana a la frontera austriaca, es la capital del Valle de Gardena, en la cordillera de los Dolomitas, famoso por sus tallas de madera artesanales desde el s. XVII. En su trayectoria el artista ha contado con el apoyo de instituciones como el Centro de Diseño Swarovski, Wattens, LKJ-Sachsen Leipzig p el Daetz-Centrum de Lichtenstein.
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