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Tarragona y Palamós alcanzan los mejores registros de cruceros de su historia

El desembarco de la compañía italiana Costa Cruceros han multiplicado

Marc Rovira
Un crucero en Tarragona.
Un crucero en Tarragona.josep lluis sellart

Lejos, muy lejos, de las cifras millonarias que baraja el puerto de Barcelona —más de 2,5 millones de pasajeros el año pasado—, los puertos más pequeños del litoral catalán también tratan de arañar cuota en el apetitoso mercado de los cruceros. Y lo están logrando. Tarragona, con el impulso del aterrizaje de la compañía italiana Costa Cruceros, ha triplicado en un año el número de viajeros. Palamós, por su parte, ha cerrado la mejor campaña de su historia. Para la próxima temporada, se prevé un crecimiento del 50%, tanto en cruceros como en pasajeros.

Hacer el recuento de cruceros que atracaban cada año en Tarragona venía siendo una labor poco compleja. En 2013 y 2014, solo tres cruceros se acercaron hasta la orilla del muelle y en 2015 no se llegó ni a la docena. La apuesta de la autoridad portuaria por ganar peso en este segmento y, sobre todo, el aterrizaje de la compañía italiana Costa Cruceros han multiplicado el tráfico en Tarragona. La campaña 2017 se ha cerrado con 37 cruceros, ligeramente por debajo de los 40 que se habían previsto, pero con más de 51.000 pasajeros, esto es, un incremento del 284% con respecto a las cifras de 2016.

“Estamos muy satisfechos, es innegable”, apunta Josep Andreu, presidente de la autoridad portuaria. El puerto, en colaboración con la Universitat Rovira Virgili, ha elaborado un estudio que cifra en 3,9 millones de euros el impacto económico que han tenido los cruceros para Tarragona y su área más cercana.

El crucerista tipo es un turista de entre 35 y 55 años que se gasta de 65 a 120 euros al día. Los viajeros que solo hacen escala gastan de manera más moderada pero, en cambio, el desembolso es mayor entre quienes inician o concluyen su viaje en Tarragona. En este sentido, ha sido trascendental la decisión de Costa Cruceros de escoger el puerto tarraconense como punto de partida de una de su rutas por el Mediterráneo.

Souvenirs y objetos de regalo son las principales motivos de gasto en las tiendas de la ciudad, pero la factura en ropa también tiene un peso notable. Italianos, españoles y británicos, por delante de franceses y norteamericanos, son, por nacionalidades, los principales cruceristas que pisan Tarragona. Una vez en tierra firme, la mayoría prefiere visitar la ciudad a su aire, pero también están los que contratan paquetes de excursiones para acercarse hasta Poblet, Reus, Barcelona o Port Aventura.

Fernando Aldecoa, director general de Port Aventura, destaca la evolución que ha mostrado este tipo de turismo: “Llegar a cifras récord en tan corto margen de tiempo es para congratularse”. También la Cámara de Comercio, que ha desplegado un programa de asesoramiento entre el comercio para prestar atención específica a los cruceristas habla de “crecimiento espectacular”.

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Josep Andreu puntualiza que las cifras todavía son “modestas” y avanza que de cara a la campaña que viene prevén un crecimiento del 50%, tanto del número de cruceros como de pasajeros. De cumplirse el plan, Tarragona alcanzaría los 80.000 pasajeros anuales.

Solo por detrás de Split

Palamós fue, durante un tiempo, el espejo en el que se miraba Tarragona. El puerto de la Costa Brava empezó a festejar a los cruceristas en 2000 y ha ido cultivando una provechosa relación. La Asociación de Puertos de Cruceros del Mediterráneo (Medcruise) señaló que, entre los años 2000 y 2009, Palamós fue el segundo puerto con mayor incremento de pasajeros, solo por detrás de Split (Croacia).

El puerto de Palamós ha cerrado una temporada de cruceros óptima. Ports de la Generalitat, titular de la infraestructura, apunta que se han batido récords tanto en pasajeros como en número de escalas. En total, Palamós ha acogido a 42.800 pasajeros, un aumento del 74% respecto a la temporada anterior.

Norte y sur

El puerto de Roses ha cerrado la temporada con 2.400 pasajeros. En comparación con el año pasado, ha recibido menos tráfico de barcos pero, en cambio, ha doblado el número de viajeros que se registraron en 2016 al captar el amarre de embarcaciones de mayor capacidad. Otras incertidumbres rodean al puerto de Sant Carles de la Ràpita (Montsià). El año pasado perdió las escalas de cruceros turísticos y Ports no confía en lograr el tráfico más regular, más allá del que puedan aportar las conexiones chárter. La poca profundidad de la bahía dels Alfacs, con un calado máximo de 6 metros, limita mucho las maniobras de los grandes buques.

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