Madrid, capital de carreras populares

De día, de noche, en invierno, en verano, en la sierra y en la ciudad. Las carreras populares, un fenómeno en auge en España desde finales de los noventa, se celebran a lo largo y ancho de la Comunidad de Madrid durante todo el año con la excepción de agosto, un mes en el que las vacaciones vacían la capital. Aunque solo se organizan los fines de semana, son tantas que su media es superior a una al día: según la página carreraspopulares.com —que recopila los eventos de este tipo—, en la región se realizaron 377 carreras en 2016, 216 más que en 2008, y para este año se espera otro incremento del 5%. Además, Madrid es la ciudad de España con más pruebas: 158 solo en 2017. “En ninguna otra urbe coinciden varias el mismo día; esto solo pasa aquí”, explica Paco Noguera, fundador de carreraspopulares.com.

Para Javier Odriozola, director general de Deportes del Ayuntamiento de Madrid, estos eventos han crecido al calor del running –ya es el cuarto deporte más practicado en España, según la Encuesta de hábitos deportivos en España en 2015 del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte– y de un modo de vida saludable. Odriozola llegó al Ayuntamiento en 2015 de la mano de Ahora Madrid, el partido de Manuela Carmena. Desde entonces, su área de gobierno ha querido potenciar y organizar estas pruebas, y a finales de 2015 el Consistorio publicó por primera vez un calendario anual de carreras populares. “El anterior Ayuntamiento [liderado por Ana Botella, PP] nunca hizo un calendario y la situación era un poco caótica: había fines de semana con nueve carreras y otros vacíos. Estas competiciones están mejor repartidas ahora y los corredores pueden decidir con antelación en cuáles participar”, defiende Odriozola.

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Esta gran cantidad de carreras, que en su mayoría son solidarias, están organizadas por empresas especializadas. Atelier Time Sport es una de ellas. El pasado sábado, por ejemplo, se encargó de que la Carrera Nocturna de Canillejas saliera bien: organizaron los dorsales, repartieron las bolsas de corredores, establecieron los avituallamientos, contrataron los seguros y, entre otras cosas, pagaron las tasas al Ayuntamiento.

Junto a esta compañía hay otra media docena que organiza la mayor parte de estos eventos y, aunque existe una especie de runrún sobre el negocio que hay detrás, estas sociedades defienden la dificultad de una buena planificación: “No es fácil hacer una carrera. Hay unos gastos fijos y otros que varían según la participación, pero con los dorsales no se cubren los costes. Se necesita un patrocinador y cuesta conseguirlo”, asegura Laura Llamas, gerente de Atelier. MotorPress, otra empresa organizadora, estima que celebrar una carrera de 10 kilómetros para 1.000 corredores tiene un coste que ronda los 15.000 euros, que esta cifra supera los 200.000 para 10.000 corredores y los 700.000 para más de 30.000.

Con tantos fines de semana en los que las mareas de runners se echan a la calle, la exigencia para escoger una carrera también ha crecido. Paco Noguera explica que los corredores demandan cada vez más servicios: “Quieren un cronometraje instantáneo, avituallamientos, servicios de vídeo y fotografía, duchas y un montón de detalles más”. Con todo ello está de acuerdo Odriozola, que ahora tiene 64 años y lleva corriendo desde los 14: “Cuando era un niño no me enteraba de los resultados en un mes, pero ahora me envían un correo con mi clasificación, mi velocidad media y un montón de datos más en cuanto acaba la carrera”.

La mayoría de los corredores pagan entre 8 y 12 euros por una carrera urbana de 10 kilómetros —la más habitual—, aunque en una de montaña, en un con bicicleta o en una más larga, como una media maratón, el precio es mayor porque el coste de organización también lo es. “Los corredores, además, no solo son runners. En estas pruebas participan muchas personas con un fin social, para reunirse con los amigos y disfrutar de la carrera antes de tomar unas cañas, como quien va al cine o a dar una vuelta”, relata Noguera. Un ejemplo de este tipo de eventos es la San Silvestre Vallecana, que el año pasado, en su 39 edición, reunió a 40.000 personas.

Primeras ediciones

En esta tesitura, el Ayuntamiento de Madrid también intenta dar cabida a eventos nuevos, sobre todo si tienen un fin solidario. Una de las pruebas que celebró el año pasado su primera edición fue la carrera Corre por Siria, que entre 2016 y 2017 ha destinado 50.000 euros a la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio, una ONG que ayuda a afectados por la guerra civil que lleva seis años asolando este país.

Otra de las nuevas pruebas de 2016 fue el Medio Maratón de la Mujer, un evento deportivo enfocado a luchar contra la desigualdad de género y que el próximo mes de octubre celebrará su segunda edición de la mano de un deporte, el running, que poco a poco también ha ido asimilando la participación femenina. “La mujer se está incorporando a las carreras. En los años 90 estaban en torno al 1% y ahora ya representan el 30% de la participación”, detalla Odriozola. La Encuesta de hábitos deportivos en España en 2015 le da la razón: de las mujeres que hacen deporte regularmente, un 26,7% corre.

Los pequeños también corren

Las carreras populares están apostando en estos últimos años por atraer a padres e hijos. Odriozola explica que las compañías organizadoras tienen cada vez más en cuenta la promoción deportiva futura: “Los niños son los próximos clientes, por eso cuando organizan estos eventos hacen también pruebas orientadas hacia los más pequeños. Es una manera de ir acostumbrando a los hijos, que además siempre suelen imitar a los padres”.

Las empresas organizadoras, en algunos casos, incluso ofrecen un servicio de guardería, con actividades para que los niños se entretengan con monitores mientras el padre o la madre corre. Después de las carreras de adultos se celebran las de los pequeños, que varían desde los 800 metros, una distancia apta para la categoría de infantiles, hasta los 50 metros para los llamados chupetines, que tienen alrededor de cinco años y que, bromea Odriozola, “llegan muy contentos, aunque alguno que otro cruza la meta llorando”.