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Alberto Zedda, ‘in memoriam’

Tres horas largas de música de Rossini recuerdan en A Coruña a quien fue su mejor valedor en la Tierra

El tenor Celso Albelo y José Miguel Pérez Sierra, durante la gala en memoria de Zedda.
El tenor Celso Albelo y José Miguel Pérez Sierra, durante la gala en memoria de Zedda.Miguel Ángel Fernández

La Programación Lírica de A Coruña sigue su marcha tras las dos funciones de Un ballo in maschera, única ópera representada de este año. La cancelación del bajo Ruggiero Raimondi por una traqueítis de última hora dejó en 11 el número de solistas que subieron al escenario del Teatro Colón en la gala lírica Alberto Zedda en el recuerdo.

Los cantantes, junto a la Orquesta Sinfónica de Galicia y el Coro Gaos, todos bajo la batuta de José Miguel Pérez Sierra hicieron lo posible por aligerar las más de tres horas de música programadas para la ocasión. La gala se celebró pasadas apenas 24 horas de la clase magistral de Renata Scotto, en la que la veterana soprano imprimió su sello personal al Curso de Interpretación Vocal de este año.

Además de la música, el homenaje de Amigos de la Ópera a Alberto Zedda consistió en la proyección antes de cada parte del concierto del vídeo de una actuación del maestro dirigiendo en el el Festival de Ópera o la Temporada Lírica de A Coruña. Las proyecciones –dos del Guillaume Tell de 2010 con la Orquesta de Castilla y León y una de la Ermione de 2015 con la Sinfónica de Galicia- evocaron para los espectadores la imagen siempre viva del músico en la que fue su ciudad adoptiva.

Al inicio de la segunda parte se proyectó una serie de testimonios de homenaje grabados en vídeo por diferentes cantantes internacionales, aunque la situación de la pantalla al fondo de escenario hizo imposible la lectura de los subtítulos. La emoción en la voz de Gregory Kunde en uno grabado recientemente en el propio Teatro Colón se transmitió a más de una garganta, haciendo de la imposible lectura del texto algo prácticamente prescindible.

Los 11 solistas y el Coro Gaos pusieron voz al recuerdo; la Orquesta Sinfónica de Galicia, la música en vivo; José Miguel Pérez Siera, la concertación de sonidos y entusiasmos. Fueron, por orden de voces e intervención, cuatro sopranos (Marina Monzó, Carmen Romeu, Mariola Cantarero y Helena Abad); dos mezzosopranos (Jose Maria Lo Monaco y Elena Belfiore); dos tenores (David Alegret y Celso Albelo); dos barítonos (Pablo Ruiz y Borja Quiza), y el bajo Luiz-Ottavio Faria.

La positiva disposición para el homenaje al maestro por parte de cuantos estuvieron en el escenario del Colón permite obviar la crítica de sus actuaciones, todas en un nivel medio más que considerable. El entusiasmo del público por alguno de ellos es comprensible por su cercanía geográfica o emocional. Es el caso de Celso Albelo, adoptado hace tiempo como un hijo por los operófilos de A Coruña, y de Borja Quiza, cuya entrada en escena provocó un aplauso que, sin lograr interrumpir la música, sonó por encima de ella. Para placer o disgusto de cada cual, según sus preferencias.

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Al final, la ovación general acabó en unas palmas a compás que bien podían haberse aprovechado para corear el nombre del querido maestro. El homenaje, que habría sido favorecido por la proyección de su foto o su nombre en la pantalla, quedó un poco falto del calor del público hacia quien fue su conciudadano. Un pequeño detalle que, como todos ellos, habría marcado la diferencia entre la satisfacción casi deportiva de un maratón lírico y la intimidad de un sentimiento. Detalles.

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