Robo en la casa cuartel
Una mujer de 72 años hurta unas gafas a un vecino de Villaviciosa mientras denunciaba en la Guardia Civil
Sin saber qué decir se quedaron los agentes de la Guardia Civil de Villaviciosa de Odón (27.000 habitantes) hace unos días cuando detuvieron a una mujer de 72 años que había robado unas gafas de sol delante de ellos, en la sala de espera de la oficina de denuncias. La supuesta autora, con antecedentes por hechos similares, actuó con gran frialdad, pero las grabaciones de las cámaras permitieron incriminarla.
Un vecino, David V., acudió a hacer unas gestiones al cuartel. Aparcó su coche en las inmediaciones. Cuando llegó a la oficina de denuncias, le hicieron pasar a la sala de espera. El hombre, confiado con las dos personas mayores que estaban en la estancia, dejó sus gafas de sol de marca en la silla de al lado, mientras se puso a consultar su teléfono móvil. Transcurrido un rato, le hicieron pasar para completar unas gestiones. Una vez terminadas, se marchó. Ya en la calle, se percató de que no llevaba las lentes, por lo que regresó y preguntó a la mujer, que ya se había quedado sola. “Ella insistió en que no las había visto; incluso me ilustró gráficamente cogiendo sus gafas de ver de su cabeza, poniéndolas en una silla y diciendo: ‘Ve, si las hubiera dejado en la silla se verían claramente”.
David V. le comentó lo ocurrido a los agentes que estaban de guardia. Estos le dijeron que quizás se le habían caído o se las había dejado en el coche. El vecino de Villaviciosa acudió a su vehículo y comprobó que no estaban dentro, por lo que regresó a la casa cuartel y pidió que miraran las grabaciones de las cámaras de seguridad. “La mujer seguía sin inmutarse y agarrando fuertemente su bolso”, recuerda el afectado. El visionado de las cámaras de seguridad reveló que había entrado con las gafas colgadas en la camisa y que, cuando salió de la sala de espera, ya no las llevaba. Por tanto, alguien se las había robado.
A petición de David V., los agentes visionaron las imágenes por completo hasta que descubrieron a la supuesta autora. “En un momento dado, la mujer que estaba esperando junto a él se levanta de su sitio, se sienta donde yo había estado sentado y coge las gafas de la silla de al lado y se las mete en el bolso”, resume el afectado.
Los agentes entraron en la sala de espera y la mujer, lejos de confesar, solo les pedía que se dieran prisa, que tenía que marcharse cuanto antes. Cuando se disponía a abandonar la casa cuartel, los guardias le dieron el alto y le ordenaron que les enseñase el bolso. “Ella se niega, les tacha de maleducados, se encara con los agentes. Hace amago de irse y los agentes le conminan a quedarse o si no tendrán que detenerla”, relata el vecino.
Cuando la mujer abrió el bolso, los agentes hallaron las gafas. La mujer insistió en marcharse, pero los guardias le dijeron que no podía abandonar las dependencias. Tuvo entonces un razonamiento muy repetido entre los descubiertos: “Yo me las he encontrado en la silla”, lanzó a los agentes. Estos le respondieron que se las había quedado y que aquello era un hurto. “Los guardias, boquiabiertos, me preguntaron si quería poner una denuncia. En un principio les dije que no, porque no quería perder más tiempo, ya que había pasado toda la mañana en el cuartel”, recuerda la víctima. “Pero como les vi tan enfadados porque la señora les había tomado el pelo y porque tenía antecedentes, decidí denunciarla”, añade David V. El comentario de los agentes fue unánime. “Es surrealista, en todos estos años de servicio nunca me había ocurrido nada parecido”, afirmó la guardia civil que tramitó la denuncia, según el vecino.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.