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LA SHICA

Volver a la felicidad

La Shica cantante vuelve a ir en serio. Ha estado grabando en Madrid bajo la dirección de Didi Gutman

La Shica en el Teatro del barrio en 2015.
La Shica en el Teatro del barrio en 2015.Samuel Sánchez

La Shica siempre ha sido, en la mejor de las acepciones, una maravillosa cabecita loca. De puro inconformista, claro: por su incapacidad para tomar caminos rectos o poco pedregosos, por su empeño en asumir riesgos, en levantarse siempre que sufrió algún tropezón. Ceutí del 76 y tan menuda y revoltosa como su nombre artístico sugiere, Elsa Rovayo fue una niña de infancia gozosa y una adolescente que se plantificó por su cuenta en Madrid con apenas 15 años cuando la vida ya le había arreado unos cuantos zarandeos de consideración.

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Soñaba con ser bailarina y salió adelante, victoriosa frente a los miedos, la soledad, la competencia feroz y las sombras. Hoy, un cuarto de siglo después, puede que se la intuya tan feliz como no era desde chiquilla. Ha sobrevivido a la adversidad, a la emigración y hasta a la crisis de los cuarenta, que en su caso fue revulsivo y hasta cambio de estado civil. "A esta edad ya no ves bien la letra de cerca, pero distingues a los gilipollas de lejos", resume. Y ella se quitó rémoras de encima y encontró a un limeño que hoy es su marido.

Y así, hasta reencontrarse con su carrera musical, esa que tras Trabajito de chinos (2008) y Supercop (2010) parecía relegada frente a espectáculos músico-teatrales como EsPain, que dirigía Andreu Buenafuente, y ese delirio delicioso, La piel del huevo te lo da, junto a otras dos mujeres libres y heterodoxas: Sol Picó y Candela Peña. Ahora, afincada en Benalmádena, La Shica cantante vuelve a ir en serio. Ha estado grabando en Madrid bajo la dirección y batuta del argentino Didi Gutman, alma de Brazilian Girls. Y como brazo derecho le arropa en extraordinario guitarrista Josete Ordóñez (Eliseo Parra, Chambao).

De alguien que ha grabado El probador o Shicaboom y se ha metido en la piel de todas las copleras españolas y grandes damas de Latinoamérica solo cabe esperar cositas ricas. Y así, probablemente, será esta vez. Permanezcan sintonizados.

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