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Los vecinos de Riudecanyes avisaron el viernes de un inmueble ocupado por los terroristas

Una mujer vio en un antiguo restaurante una bombona, gasas y la hoguera donde varios miembros de la célula querían quemar su documentación

Josep Catà Figuls
Antiguo restaurante que ocuparon los terroristas la noche antes del atentado en Cambrils.
Antiguo restaurante que ocuparon los terroristas la noche antes del atentado en Cambrils.Josep Lluis Sellart

La población de Riudecanyes, de poco más de 1.000 habitantes, está a 13 kilómetros de Cambrils. El municipio se sitúa al lado del pantano que lleva el mismo nombre, lleno de bañistas en agosto. En este lugar se movieron los terroristas que perpetraron los ataques del pasado jueves en Barcelona y Cambrils, que dejaron 15 muertos. El auto del juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, detalla que los yihadistas ocuparon momentáneamente “una masía” antes de tratar de cometer un segundo ataque en Cambrils la madrugada del viernes. Allí trataron de destruir los pasaportes de dos de los integrantes de la célula. Esta presencia en el inmueble, que es un restaurante abandonado propiedad del Ayuntamiento, fue denunciada por los vecinos al día siguiente.

La deflagración de la casa de Alcanar, donde los yihadistas preparaban los explosivos que querían utilizar para perpetrar un atentado mayor que el que se produjo, precipitó sus planes. Había que actuar, y rápido, antes de que la policía relacionara las ruinas de Alcanar con un ataque inminente. Una furgoneta se dirigió a La Rambla de Barcelona para atropellar masivamente a los paseantes, mientras que cinco de los integrantes de la célula fueron a comprar cuchillos y un hacha en una tienda de Cambrils. Sin embargo, antes de utilizar las armas en esta población turística de la Costa Daurada, los terroristas pasaron por este inmueble en una urbanización de Riudecanyes.

El inmueble es un edificio de dos pisos, con las puertas y las ventanas tapiadas y con las paredes repletas de grafiti. Laia está que flipas, Please, come in o Hole to other universe son algunos de ellos. El lugar es frecuentado por grupos de amigos que se montan la fiesta con vistas al pantano. En el exterior, lleno de basura y excrementos, hay un parque infantil, una extensión de cemento donde hay pintadas las líneas de un pequeño campo de fútbol, y un porche, que fue donde los vecinos encontraron los objetos que les hicieron sospechar.

Lara, que vive desde hace cuatro años en la urbanización Mar de Riudecanyes, a pocos metros del restaurante, va a menudo a este lugar a pasear a sus perros, un pastor alemán y un bóxer. El jueves, el día de los atentados, no vio nada que le llamase la atención. El viernes por la mañana, sin embargo, asomó la cabeza por el cobertizo y descubrió unos objetos que no estaban ahí el día anterior: una bombona de butano, un casco de moto, una manta térmica y unas gasas. Había también señales de lo que parecía una barbacoa. “En este lugar vienen muchos jóvenes a hacer botellón, a fumar y a hacer fiesta, pero con lo de la barbacoa pensé que se habían pasado”, explica. Sin relacionar lo que había visto con los atentados del día anterior, Lara llamó al Ayuntamiento para quejarse del incivismo, igual que otros vecinos menores de edad que también sospecharon de los objetos.

Registro de los Mossos d'Esquadra

El aviso derivó en tres días de intensa presencia policial. Los Mossos d’Esquadra registraron el restaurante y vigilaron los accesos en busca del autor material del atentado de La Rambla, que en ese momento estaba huido. En lo que parecía una barbacoa, los Mossos encontraron los restos de los pasaportes de dos de los atacantes, Younes Abouyaaqoub —el terrorista de la Rambla, abatido el lunes en Subirats— y Mohamed Hichamy, del que también se encontró el carnet de conducir. Asimismo, entre las cenizas se descubrieron diversos comprobantes de compra. En unos se detalla la compra de 500 litros de acetona y del material necesario para la confección de explosivos y para su transporte —fundas de almohada y bridas—. Otro comprobante, fechado a las 21.26 horas del día de los atentados, da cuenta de la compra de cuatro cuchillos y un hacha en una tienda de Cambrils.

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Los yihadistas, pues, usaron el restaurante abandonado para destruir las pruebas antes de cometer el atentado en Cambrils. Hasta el restaurante llegaron con el Audi A3 con el que habían hecho un viaje relámpago a París y que acabó volcado en una calle de la población turística. El alcalde de Riudecanyes, Josep Maria Tost, explica que uno de los vecinos de la urbanización asegura haber visto el vehículo el jueves.

La pequeña localidad vive con consternación el hecho de ser uno de los lugares que los terroristas escogieron para desarrollar su plan. Esther y Albert, que viven en la casa que hay justo delante del restaurante, pasean con sus dos hijos pequeños y, curiosos, quieren ir a ver las marcas de la hoguera en la que los atacantes intentaron destruir los documentos. "Nosotros no estábamos en casa estos días, de ser así no creo que hubiesen ocupado el restaurante, porque lo vemos todo, constantemente estamos avisando de los botellones que se organizan ahí", explica Esther.

"Toda esta situación nos extraña y nos preocupa", afirma el alcalde, quien se sorprende de que los yihadistas escogieran este lugar. Tost explica que el Ayuntamiento quiere revitalizar el restaurante, abandonado desde hace más de veinte años, pero que la crisis económica lo impide. "Es un sitio relativamente apartado pero a la vez frecuentado, porque están los vecinos y está encima del pantano, donde van muchos turistas", indica: "Estamos consternados, a nadie le gusta salir en una noticia así".

Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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