Peñíscola transforma su castillo en escenario teatral
El Festival de Teatro Clásico afronta su XX edición con el objetivo de situarse entre los grandes a escala nacional
Uno de los referentes turísticos de la provincia de Castellón, el castillo del Papa Luna, se transformará desde este fin de semana y durante todo el mes de julio en cuna de los clásicos. El Festival de Teatro Clásico de Peñíscola aterriza un verano más, y ya van 20, con el objetivo de situar a la localidad en la primera línea del circuito nacional, junto a citas como las de Almagro (Ciudad Real), Castillo de Niebla (Huelva), Olite (Navarra) y Olmedo Clásico (Valladolid).
A ello se suman algunos retos más: llevar las obras de los más grandes autores teatrales –un total de 9 propuestas en esta edición- a los vecinos, turistas y cualquiera que desee pasar una agradable velada en un lugar tan singular e íntimo como el Patio de Armas de la fortaleza que fue hogar y refugio del pontífice. Y huir de esos tópicos que identifican lo clásico con lo anticuado apostando por situar las obras del género en el siglo XXI, con puestas en escena e incluso partes de diálogo y música muy actuales.
Este ha sido el propósito de Carles Benlliure desde que hace ya un lustro tomara el relevo de Vicente Pastor en la dirección del certamen. Ahora, con el festival en plena madurez, se plantea alguna vuelta de tuerca en las futuras programaciones. “En el momento actual, que todo es efímero, que practicamos la obsolescencia a gran escala, es muy importante alcanzar estos logros. 20 años de Festival de Teatro Clásico significa un público con conocimientos y acostumbrado a ver clásico, un reconocimiento por parte de todos los estamentos culturales, una madurez para todos los implicados y sobre todo una consolidación como hecho cultural que debe evolucionar”, sostiene. Esa evolución pasa por “revisar qué clásicos queremos. ¿No es Lorca un clásico, o Chejov? Es el momento de sentarse y darle otra vuelta de tuerca”, insiste.
Precisamente para reforzar la conexión de los clásicos con el público, uno de los cambios introducidos en esta etapa ha sido acercar este género teatral llevando representaciones a las calles más históricas de la ciudad papal. Este año la inauguración del festival ha tenido como foco la plaza del Faro, otro lugar mágico de Peñíscola. “Con el teatro por las calles conseguimos llegar a ellos, al turista despistado, a esas gentes que disfrutan viendo al Quijote en su bar, a Romeo buscando a Julieta en su tienda, en sus calles y esto hace el festival más cercano, menos alejado e intelectual. Hay que potenciarlo”, señala.
La edición de 2017 aterriza con más novedades: las funciones de tarde para llevar al público más joven al castillo o el doblete programado para el cierre del festival, con dos representaciones de Cyrano de Bergerac los días 29 y 30 de julio. Y sigue con un arranque de altura: un estreno absoluto como es la versión de Otelo producida por Clásicos Contemporáneos, este sábado, 8 de julio. “La primera vez que se verá ese espectáculo será en Peñíscola. Protagonizado por Antonio Dechent. Es una apuesta por las compañías y un regalo al público”, explica Benlliure.
La agenda la completan Don Quijote en la patera (jueves 13 de julio), de la compañía Teatro Clásico de Sevilla y premio a la mejor escenografía en FETEN; Fuenteovejuna (15), a cargo de TNT-El Vacie, nominada a los Max; El perro del hortelano, con la actriz castellonense Marta Calabuig, que saldrá a escena el 18 de julio; la diversión de Jácara de Pícaros (el sábado 22); la comedia del arte con los títeres en la obra italiana La Fame di Arlecchino, de La Bottega Teatrale (jueves 27) o La comedia de los enredos de Shakespeare, el jueves 27 de julio.
“Yo no me perdería nada”, apostilla Benlliure. Menos si este menú teatral se emplata en un espacio como el Patio de Armas, muy elogiado por público y artistas. “Es muy distinto ver una obra en cualquier lugar que verla en ese enclave, y ya no digo actuarla. Bajo las estrellas, junto al mar, envueltos en paredes de historia, sólo la entrada al castillo de noche, con la emoción de ver teatro, el silencio que se produce allá arriba... El Clásico de Peñíscola es todo magia. Peñíscola es el clásico de los clásicos”, concluye.
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