“Respondo a las cartas de Béjart con mi coreografía”
Gil Roman, al frente del Ballet de Lausanne inaugura el jueves el Festival Castell de Peralada
Muy delgado, simpático y con el carisma que tienen los “hombres/bailarines” a los que Maurice Béjart, según sus propias palabras, les daba “la chance”,Gil Roman (Alès, Francia, 1960) habla del programa que la compañía que dirige, el rebautizado Béjart Ballet de Lausanne, presentará el jueves en la inauguración del Festival Castell de Peralada, que este año celebra su 31 edición. "La última vez que actuamos en Peralada fue en 2015, es un escenario en el que a la compañía le gusta bailar y a mí me recuerda a Béjart", afirma el coreógrafo y bailarín.
“Este año hace diez que se murió Maurice y he querido crear una pieza muy personal, y que se interpretará en la primera parte del programa de Peralada”, continúa. “La he concebido como un homenaje a un hombre que fue tan importante en mi vida en todos los aspectos. Me escribía una carta cada día que yo no contestaba, ahora mi coreografía t'M et variations es mi respuesta a todas ellas, a través del movimiento de los cuerpos de los bailarines de la compañía. He de confesar que cuando me siento solo o estoy decaído leo las cartas de Béjart y recupero las fuerzas, él fue y es mi motor".
t'M et variations se baila con música en directo, dos músicos están en el escenario tocando percusión, Thierry Hochstätter & JB Meier. “La partitura cada día cambia no quería que la música aprisionara a los bailarines, quería que fuera cambiante y así ellos se sienten más libres, además de ser un reto para ellos al adaptarse a algo nuevo en cada función”.
Clásico y rompedor
La segunda parte del programa se titula Béjart fête Maurice, se trata de un ballet construido por fragmentos de algunas de las obras más conocidas del creador marsellés pero también fragmentos de otras no tan conocidas. "La compañía ha querido mostrar diferentes piezas para que el público, especialmente el más joven, pueda apreciar el talento creativo de Béjart de lo más clásico a lo más rompedor”, explica Roman. “Es una pieza formada por fragmentos de obras creadas entre los años 1977 y 1993. Así veremos entre otras Fragment de 1789… et nous con, música de Beethoven, que se estrenó en Paris en 1989 con motivo del bicentenario de la Revolución Francesa, o una pieza de 1988 Patrice Chéreau (devenu danseur) reglè la rencontré de Mishima et Eva Perón, con música de Hugues Le Bars, o Fragment de Dibouk (1988) con música tradicional judía, o el famoso paso a dos de Bhakti (1968) entre Shiva y Shakti con música religiosa hindú".
Roman prosigue: “Desde la muerte de Béjart no me he planteado nada, mi finalidad ha sido cada día tirar la compañía adelante y salvaguardar su legado. No toco ni un paso de sus coreografías, únicamente las adapto a la nueva generación de bailarines. El vocabulario coreográfico es como el texto en las obras de teatro, Shakespeare siempre es igual solo que se adapta a los actores".
Dirigir el Béjart Ballet de Laussane no es tarea fácil para Gil Roman que afirma que Suiza también ha sufrido el embate de la crisis económica. “La ciudad de Laussane nos subvenciona con cinco millones de euros anuales que sirven para pagar a los bailarines, pero no tengo suficiente. La compañía no tiene un teatro en la ciudad suiza y a la hora de presentar nuestros trabajos, tengo la obligación de presentar dos programas nuevos al año, uno en junio y otro en diciembre, hemos de alquilar uno. Pero no me quejo hemos creado una Fundación y tenemos gente que nos patrocina", afirma optimista y haciendo gala de una cautivadora sonrisa, Gil Roman.
Estos días en Barcelona se proyecta en varios cines la película Dancing Beethoven, de Arantxa Aguirre, con gran éxito. La película narra la preparación ante la presentación en Tokio de la coreografía de Béjart sobre la Novena Sinfonía, bailada por la compañía y el ballet de Tokio acompañados por la Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por Zubin Mehta. "Arantxa ha realizado una labor esplendida, como ha estudiado danza clásica ha sido muy rigurosa en la técnica, pero también ha realizado un trabajo muy sensible; es una gran admiradora de la obra de Béjart. La verdad, me cuesta ver la película porque tuve que hablar de mí y es algo que no me gusta", concluye Román con cierta timidez.
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