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Festival Jardins de Pedralbes
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Para todos los públicos

Michael Bolton sedujo con una selección de repertorio exquisita en la que sus composiciones quedaron minimizadas ante apuestas de puro 'soul'

Michael Bolton, durante su actuación en Barcelona.
Michael Bolton, durante su actuación en Barcelona.FRANK DIAZ

El festival Jardins de Pedralbes anda ya inmerso en su quinta edición. Y con un notable éxito de público, en estos inicios del certamen ya se han vendido más entradas que el total del pasado año, que confirma el entorno del antiguo Palacio Real como un lugar idóneo para este tipo de veladas veraniegas. Debe hablarse de velada y no de concierto porque no todo sucede encima del escenario.

FESTIVAL JARDINS DE PEDRALBES

Michael Bolton.

Palacio Real, 13 de junio

Ya de entrada el público no acude a la hora marcada para el comienzo sino mucho antes para poder pasear entre árboles y cañaverales, visitar un par de Gaudís casi desconocidos, desplomarse en una de las múltiples tumbonas para gozar de la (ligera) bajada de temperatura del atardecer, tomar una copa o comer una hamburguesa en un entorno sumamente agradable. Añadamos que, para ir calentando motores, hora y media antes se celebra otro concierto en el village a un volumen lo suficientemente pausado como para no molestar a los que no quieren oírlo.

Paseando una hora antes por los jardines del palacio daba la sensación de la que gente había ido al festival más que a un concierto del festival. Como si el envoltorio fuese tan importante como el contenido.

Esa noche el contenido era nada más y nada menos que Michael Bolton. Ya se sabe que el de Connecticut ha enamorado a varias generaciones y sigue haciéndolo a tenor de la mezcla intergeneracional que se paseaba por allí. Y tras asistir a su concierto el secreto está claro. 64 años muy bien llevados, mirada de castigador simpático y ese vozarrón que nadie sabe de dónde le sale y que se mantiene en plena forma. Añadamos una selección de repertorio exquisita en la que sus propias composiciones quedaron minimizadas ante apuestas de puro soul mucho más seguras y ese tratamiento algo descafeinado que sin banalizarlas en ningún momento las hace aptas para todos los públicos.

Comenzó dejando ya las cosas claras con Stand by me, clásico resultón entre los clásicos resultones, y de ahí a Otis Redding, Ray Charles, Bob Seger o Marvin Gaye. Llegó incluso al mismo Robert Johnson y no se olvidó, por supuesto, de Frank Sinatra. Cantó When a man loves a woman entre el público, las cámaras de los móviles agotaron sus baterías. Hizo algunos dúos con una de sus coristas, fue el fragmento azucarado de la noche, dejó que su saxofonista demostrara sus habilidades (nada destacable, lo justo para que el divo descansara) y hasta realizó algún atildado solo de guitarra. Al final no cantó Nesu Norma a pesar de que se la pidieron desde la platea.

En resumen, un concierto redondo sin cafeína para disfrutarlo bajo la suave brisa (muy suave) sin dobles lecturas. Todo el mundo salió exultante y mientras unos corrían para coger el último metro otros aún se quedaron por allí apurando la penúltima copa ya que los jardines permanecen abiertos tras el concierto con un dj animando a los trasnochadores.

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