En el escenario de un barco pirata
La actriz se pierde por territorios italianos, aperitivo en el mercado y noches libres. Busca en jardines y plazas una vía de escape en solitario
1. Instituto Italiano de Cultura. Soy hija de argentinos de raíces italianas, así que este espacio es para mí un pedazo de raíz. Puro territorio latino en el sentido clásico. Su biblioteca es un lugar fantástico para perderse durante horas. Uno de los mejores secretos de Madrid. El centro organiza conciertos y ciclos de cine italiano. (Mayor, 86).
2. Jardines del Campo del Moro. Son una auténtica belleza que me disparan la imaginación y me calman la cabeza a partes iguales. Una vía de escape estética. Allí siempre voy sola, muchas veces a correr. Entre semana no hay prácticamente nadie, salvo su colección de árboles, sus flores, sus pavos reales abriéndose al sol y su vigilante, que siempre saluda. (Paseo de la Virgen del Puerto s/n).
3. Mercado de San Fernando. Hacer barrio es esto: han conseguido mantener el espíritu del mercado con gente de la zona. El mejor plan: aperitivo de puesto en puesto con amigos. Y si además te compras un libro en su librería de ejemplares al peso el plan resulta redondo. (Embajadores, 41).
4. Autocine de Madrid. El mayor autocine de Europa está en Madrid, en Chamartín. Me lo descubrió un amigo hace poco. La música suena por los altavoces, hay foodtrucks, te llevan la comida al coche... Toda una experiencia. (Antonio de Cabezón, 1).
5. La Neomudéjar. Centro de arte de vanguardia. Pocos planes superan a pasear por un edificio que anteriormente albergó las cocheras de los trenes de Atocha, mientras te tomas una cerveza y conoces a los artistas de todo el mundo que están en residencia durante unos meses desarrollando sus proyectos. (Antonio Nebrija, s/n).
6. Restaurante Roll. Resto-bar con encanto en donde preparan unos deliciosos brunchs. Es un clásico con mis amigas de toda la vida. Siempre quedamos allí por la mañana y terminamos después de cenar y sin cenar... Así que, ojo, los desayunos después de las 12am los carga el diablo. (Amaniel, 23).
7. El Corral de Comedias. Uno de los teatros más antiguos y bellos de Europa. Para un actor es una gozada trabajar allí por su historia, su acústica, su magia. Es una caja de música, una cáscara de nuez, su escenario suena como si pisaras un barco pirata. No se pierdan la visita guiada por sus escondites. Y si esa visita coincide con el Festival de Clásicos de Alcalá y el mercado medieval... ¡fiesta para los sentidos!. (Plaza de Cervantes, 15, Alcalá de Henares).
8. El Amante. Un local de noche para gatos pardos en pleno centro de Madrid cuya fachada pasa prácticamente desapercibida , en donde casi todos nos conocemos y en donde todos, también, pasamos sin ser vistos. Perfecto para tomar una copa o desahogarse en la pista de baile sin que importe nada, más que disfrutar. Discreción y nocturnidad aseguradas. (Santiago, 3).
9. El Museo del Prado. Un clásico. La monumentalidad de sus obras me hace sentir feliz. Me recuerda la parte bella de la humanidad. Cuando estaba en la universidad a veces hacía pellas y me metía ahí, delante de un Velázquez o de algún renacentista italiano. (Italia otra vez). Mano de santo. (Paseo del Prado s/n).
10. Plaza del Alamillo. Un reducto muy parisino de absoluta paz en pleno barrio de La Latina. Es recogida, castiza y coqueta. Su arquitectura es ejemplar (vienen muchos arquitectos a estudiarla) y está erigida sobre el corazón del Madrid árabe. El árbol donde se posan los pájaros que veo desde mi ventana ya no es un álamo. (Plaza del Alamillo).
Ángela Cremonte (Madrid, 1985), actriz de ascendencia argentina, ha trabajado en series de televisión y cine. Tras su participación en Hamlet, en el papel de Ofelia, ayer se estrenó con Misántropo, en el Teatro Pavón Kamikaze. Las dos funciones dirigidas por Miguel del Arco.
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