El banco del bebé que salva vidas
La iniciativa de la Fundación Madrina ayuda a madres jóvenes en situaciones de pobreza o abandono
Pañales, potitos, leche de continuación e incluso carritos y cunas. Estos son los recursos más demandados por las más de 4.000 madres jóvenes y en situación de pobreza que acuden al Banco del Bebé, una iniciativa impulsada por la Fundación Madrina. La organización, que está presente en 78 países y recibe más de 30.000 llamadas al año, comenzó la iniciativa hace 16 años. El proyecto consiste en una especie de banco de alimentos que cubre las necesidades de madres e hijos (pasta, verduras, fruta, material de higiene...), pero la ayuda no acaba ahí. Las mujeres, tanto si están embarazadas como si tienen hijos, que estén en situaciones de necesidad o riesgo de exclusión son la prioridad.
Existe un centro tutelado 24 horas en Vallecas y cinco pisos donde pueden quedarse las progenitoras con los bebés. "El banco del bebé es fundamental para que ellas sobrevivan. En las familias que atendemos los alimentos que les damos suponen el 80% del presupuesto familiar, sin esta ayuda no podrían pagar la luz o el agua", afirma el presidente de la organización, Conrado Giménez.
A madres jóvenes como Claribel Aibar, de 18 años, y Eimi, de 19, el Banco del Bebé "les ha cambiado la vida". Ambas viven en un piso de acogida de la Fundación Madrina. Claribel es dominicana y cuando estaba embarazada de nueve meses se quedó en la calle. Tiene una hija y una vez al mes acude a la parroquia de Santa María Micaela a coger la cesta de alimentos que le corresponde. "Aquí nos suplen de lo más básico siempre que en el banco de alimentos haya comida", explica. A su lado, Eimi, que está embarazada, mira atentamente los alimentos de la cesta que le han dado, donde predominan los espaguetis, el pan y el aceite. "Mi madre no me aceptó cuando me quedé embarazada y por eso estoy en un piso de acogida. Me sacaron un peso del cuerpo, ahora sé que no estoy sola", afirma sonriente. Su ilusión es proseguir con su sueño de ser modelo o azafata después de dar a luz.
Otras, como Débora Judit Java, de 18 años y estudiante de la ESO, cuenta con el apoyo de su novio y su madre. Es usuaria del banco del bebé desde que tuvo a su hijo, que ahora tiene 14 meses. "Trabajaba de relaciones públicas para un local nocturno y me pagaban ocho euros la hora. Así me mantenía un poco pero mi hijo comía casi a cada hora y no me llegaba el dinero, la ayuda de la fundación fue clave", afirma con una sonrisa y su hijo en brazos mientras su novio coge la cesta de alimentos que les corresponde. En junio acabará la secundaria y está buscando un empleo.
A unos metros, el presidente de la fundación Madrina, Conrado Giménez, y Lucy Suazo, la encargada del banco de alimentos, supervisan que las cestas estén bien elaboradas y apuntan los datos personales de las madres que llegan. Suazo cuenta que el banco abre a las 8.30, momento en el que empiezan a llegar voluntarios para organizar todo el material para que cuando lleguen las usuarias del Banco del Bebé todo se haga de forma rápida y ágil. "Además de darles comida, si las chicas llegan llorando por la situación en la que están, intentamos que se vayan de una forma diferente. Queremos hacerles sentir que están en familia y que no les va a faltar de nada", asegura. Al mismo tiempo, se disculpa con cada una de las madres que llegan a la parroquia porque el banco tuvo pocas donaciones y falta sustento.
Por su parte, los voluntarios de La Caixa se ponen de acuerdo sobre cómo proceder a ordenar los alimentos y materiales. La colaboración en el Banco del Bebé es una de las 5.000 actividades en las que participan cada año los más de 10.000 empleados de la entidad bancaria durante la Semana Social. Conrado Giménez les supervisa y da su visto bueno. "Hacemos las denominadas "operaciones patuco" en colegios y empresas en las que recaudamos leche, pañales y enseres de bebé sobre todo porque hay chicas que no tienen nada. A algunas incluso les pagamos el abono transporte porque no tienen ni un euro para venir a buscar la comida", se lamenta el presidente de la fundación. Además, explica que las mujeres que ayudan suelen ser muy jóvenes. "Hemos tenido madres de hasta 11 años, pero normalmente las que nos llegan tienen 14,15,16 o 18. Tenemos voluntarias que actúan como madrinas e incluso las acompañan en el embarazo y en el parto, porque muchas están completamente solas”.
El presidente añade que la parte positiva es que la fundación está desbordada porque mucha gente quiere ayudar. "Ahora lo que necesitamos son furgonetas y hasta camiones para atender todas las necesidades y donaciones. No podemos olvidar que lo más importante es luchar contra la pobreza infantil ayudando a las madres para que no les quiten a sus niños como pasó en algunas ocasiones", concluye esperanzado.
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