Vitriolo y alborozo
León Benavente cosecha un éxito arrollador en su primera noche en But
Superada la sorpresa inicial, el ascenso fulgurante de una banda casi paralela que se erigió en inmediata salsa de todos los festivales, parece evidente que los chicos de León Benavente ya solo barajan la hipótesis de aferrarse una larga temporada a nuestras agendas. Su presentación de anoche en la Sala But, con un llenazo que repetirán mañana mismo, fue arrollador: está claro que esa mezcla de vigor, rock, electropop y vitriolo levanta ánimos y ánimas, propicia sudores y alborozos. Y que “Quiero que esto sea un hit”, el verso más coreado de su inaugural Tipo D, se ha convertido en una hábil profecía autocumplida.
Escoger 2 como título para un segundo álbum denota al menos un par de cosas: pocas ganas de devanarse los sesos ante la pila bautismal y un propósito de continuidad y consolidación, actitud bastante razonable cuando el primer golpe sobre la mesa ha sido tan sonado y meritorio. A cambio, se difuminan la capacidad de fascinación y esa sorna tan característica, que ahora suena más a mitin que a mala baba. Aunque las ideas fuerza y los hallazgos, desde “Esto y esto se vende” (La ribera) a las fantasmagóricas casas vacías de Seseña (La vida errando) o la “extraña euforia” de Gloria siguen suscitando grandes momentos de hermandad.
Con las mismas, hemos asistido al estirón como jefe de filas de Abraham Boba, cada vez menos parapetado tras los sintetizadores y más erigido en una especie de Ludwig Van chaveta, desmelenado y convulso. Anoche le apagaron la voz en la mezcla, disparate indie aún más incomprensible en un cuarteto con ambiciones líricas. Pero ya se encargaron en la pista de cantarlo todo: León Benavente no podrán repetir siempre la misma jugada, pero por ahora les llega el crédito.
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