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Un plan Marshall para Torres de la Alameda

Los vecinos esperan que la construcción del complejo hotelero anunciado por The Cordish acabe con la maltrecha economía local

Dos hombres caminan por Torres de la Alameda en dirección a la iglesia.
Dos hombres caminan por Torres de la Alameda en dirección a la iglesia.santi burgos

Torres de la Alameda, en el corazón del corredor del Henares, ha acogido con ilusión el anuncio de The Cordish. La empresa estadounidense construirá en la localidad un macrocomplejo de hoteles y ocio. Invertirá más de 2.200 millones de euros y creará 56.000 puestos de trabajo, números que hacen soñar a muchos vecinos. Están preocupados por su economía: pierde peso la agricultura, uso de los terrenos adquiridos por la compañía, y el polígono industrial no ha dado todo el rendimiento esperado. El proyecto también tiene sus detractores, pero son los menos.

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El pueblo está bien conectado: tiene cerca el aeropuerto, 40 kilómetros le separan de la capital y a 15 minutos en coche, por una carretera estrecha, aparece Alcalá de Henares. Llega un autobús, el 232, que tarda un poco más, pero el recorrido permite disfrutar de un itinerario plagado de vegetación, incluso en otoño. “Antes nos poníamos en un árbol, no había transporte público y teníamos que esperar a que alguien nos montara en su coche”, reconoce Pedro, un jubilado. Si finalmente el proyecto de The Cordish sale adelante, dispondrán de una estación de tren que les conectará con Atocha. Es una de las exigencias del grupo a la Comunidad de Madrid. Siguen el ejemplo de los romanos, que a su llegada a la zona construyeron la vía Galiana, una calzada perfectamente conservada que conectaba Complutun (Alcalá) con Titulcia.

Un taller de reparaciones y una tienda de muebles dan la bienvenida al visitante de Torres, un pueblo llano protegido por montes bajos. Ante el escaparate del negocio, cuatro jubilados hablan de los beneficios del proyecto. Para ellos es una suerte de plan Marshall, el programa con el que EEUU ayudó a reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial. El pueblo, con una deuda de 3 millones de euros, cuenta con 8.000 habitantes. Dos de los jubilados, Fernando y Manuel, recuerdan que en los cincuenta apenas superaba los mil. “Hemos vivido siempre del cereal, las patatas, la cebolla y las fábricas de ladrillo, pero ya no queda ninguna. Ahora está el polígono, pero somos una ciudad dormitorio”, explica. Las calles están vacías y solo el centro mantiene cierta actividad. En la plaza del Sol se encuentra el Ayuntamiento y una iglesia de piedra, la Asunción de Nuestra Señora, aunque la placa instalada tras su rehabilitación, en 2004, haya alterado el nombre.

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134 hectáreas ha comprado The Cordish en Torres de la Alameda para su resort.

13 euros es la cantidad por metro cuadrado que ha pagado la sociedad a los propietarios de los terrenos, la mayoría de la localidad.

2.200 millones de euros es la inversión mínima que planea realizar la empresa estadounidense.

56.000 empleos, entre directos e indirectos, es la cifra que se prevé crear con la construcción del macrocomplejo.

1,6 millones de nuevos turistas al año se sumarán a los 11 que ya visitan la región cuando se finalice el proyecto.

6.000 millones de euros de impacto económico en los primeros cinco años, según las estimaciones de la sociedad.

Las campanas solo suenan en el ángelus y para anunciar misa. No dan las horas, pero en el pueblo llevan las cifras con precisión. Mientras instala el portal de Belén artesano en el exterior de la parroquia, Pedro Ropero, jubilado, rememora que Torres superó los 2.000 habitantes en los setenta. Eran buenos años para la industria del ladrillo local, en la que trabajó, que nutría de material a las obras de la capital. Ahora la actividad se concentra en el polígono industrial que hay en las afueras, por lo que no rompe el diseño de viviendas unifamiliares que predomina. Hay muchos locales cerrados, fruto de la crisis que desde 2008 azota a España. Aquí tiene su centro de distribución de repuestos Renault, que emplea a 142 personas, y Stihl dispone de un centenar de contratados.

La mayoría de las 200 empresas que alberga el polígono, según el Ayuntamiento, son pequeñas y apenas cuentan con varios trabajadores. “Espero que la inversión nos beneficie, que nos compren los productos a las empresas locales”, confía Enrique Batista, administrador de Poolchemical. Este negocio familiar que fabrica y distribuye productos de limpieza desde el 2000 tiene 25 empleados y factura cerca de tres millones de euros anuales. El interés lo comparte la asociación de empresarios de la localidad, Asemta, que ha convocado para el 20 de diciembre una asamblea extraordinaria para tratar la inversión de The Cordish. “Estamos desarrollando un directorio de empresas que hay en el polígono para que sepan de lo que disponemos”, avanza Carlos Sáez, alcalde de Torres.

El jueves por la tarde, el regidor se reunió con los responsables de la empresa estadounidense durante media hora. “Me trasladaron el proyecto, su intención y nos pidieron iniciativas desde el Ayuntamiento para mejorarlo”. Una de las preocupaciones del alcalde es que la creación de empleo repercuta en los vecinos. Según datos municipales, Torres contaba con 699 desempleados en octubre. “The Cordish creará una escuela de formación para futuros trabajadores y acudirá gente del pueblo”. Sáez destaca su mano tendida con la empresa, pero se exime de la recalificación de los terrenos en los que se pretende levantar el complejo, ahora de uso agrícola. “Para construir Eurovegas, la Comunidad modificó una ley urbanística para casos excepcionales, que sigue en vigor. El Ayuntamiento no puede intervenir”.

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