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“Es un asco, pero nosotros no queríamos llegar hasta aquí”

Termina la huelga de los trabajadores de la limpieza del aeropuerto de El Prat, que lo deja lleno de basuras acumuladas

Un turista espera en la T1 del aeropueto de El prat entre basuras.Vídeo: A. G. / EPV
Josep Catà Figuls

La huelga de los trabajadores de la limpieza en el aeropuerto de Barcelona - El Prat llega este viernes a su fin tras cinco días de basura acumulada y manifestaciones diarias para reclamar derechos laborales. Termina de momento, pues los sindicatos explican que no han recibido ninguna llamada de Valoriza, la empresa del grupo Sacyr a la que Aena adjudicó la contrata en diciembre de 2015. En caso de no avanzar en la negociación, los trabajadores reanudarán la protesta el 22 y 23 diciembre.

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La imagen que deja la huelga es muy distinta a la que los viajeros pueden estar acostumbrados cuando pasan por el aeropuerto. Las papeleras, después de cinco días sin vaciarse, están rodeadas por bolsas y basura: botellas de agua, paquetes de comida rápida, papeles... En el suelo abundan los recortes de periódico que los mismos trabajadores esparcen cada mañana mientras se manifiestan. Las maletas de ruedas se los llevan consigo al pasar, y ruedan encima de algunos charcos secos de refresco.

Turistas, viajeros y hasta los mismos huelguistas lamentan la situación. "Es un asco, pero nosotros no queríamos llegar hasta aquí, la empresa no ha hecho nada para solucionar la situación y nosotros tenemos que luchar por nuestros derechos", explica Domingo Alonso, trabajador con presencia en el comité de empresa de Valoriza. La huelga se convocó después de que la compañía presentara un expediente para cambiar algunos aspectos laborales relacionados con los horarios y los días de vacaciones. Según Manuel Delgado, presidente del comité, Valoriza consiguió la contrata porque su oferta, de 34,9 millones de euros, era 1,5 millones más barata que la de sus competidores, una rebaja "que ahora quieren cargar al trabajador, recortándonos una hora de la jornada e impidiéndonos hacer vacaciones en verano", explica Delgado.

Algunos de los viajeros esperan de muy mala gana en los vestíbulos llenos de basura. Bruno Gonzálvez, un italo-brasileño que acaba de aterrizar, considera que la imagen que da el aeropuerto es "muy desagradable". Verónica Pérez espera para volar a Praga junto a su hijo, pegado a la tablet, sentados en una zona llena de bolsas de basura: "me parece bien que se manifiesten, pero esto da muy mala imagen para los extranjeros, y la porquería puede traer problemas de higiene y salud pública".

Durante la huelga ha habido conflictos entre los trabajadores y la empresa por el cumplimiento de los servicios mínimos. Los huelguistas se acogen a los dictados por el Departamento de trabajo de la Generalitat, que estipulan una limpieza del 50% de los baños y la retirada de basura orgánica de las terminales. La empresa pedía el cumplimiento de los servicios marcados por el Ministerio, que marcan la limpieza al 50% también de los suelos. En todo momento, Valoriza ha comunicado que está dispuesta a negociar y que solo pretende adecuar las condiciones de los trabajadores a las necesidades del aeropuerto.

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Sharon Nauli, una australiana que llegó hace cinco días de Marsella, justo cuando empezó la huelga, pensó al principio que se trataba de una celebración. Cinco días más tarde, cuando se dirige a Madrid para empezar el Camino de Santiago, cree que "la porquería ha progresado mucho", y aunque entiende las reivindicaciones de los manifestantes, considera que "es peligroso para la higiene y la salud. Sobre todo en los baños, no es nada bonito". En un baño masculino, un gran grafiti pinta el espejo, y los urinarios presentan suciedad, pero los sindicatos aseguran que los servicios mínimos se han cumplido. Maria Antonia Sánchez, antes de embarcar para Burdeos con unas amigas, mira con preocupación la basura acumulada, pero afirma que no le ofende la imagen: "Están luchando por sus derechos".

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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