Deja los villancicos, canta musicales
Más de un centenar de obras teatrales, musicales incluidos, llenan la cartelera madrileña
La Gran Vía sigue siendo la arteria en la que tomar el pulso del teatro musical. El majestuoso amarillo de El Rey León ilumina la cara de los espectadores que llenan el teatro Lope de Vega desde hace seis años. “Es una obra universal que ofrece emoción, magia, espectacularidad y diversión al espectador”, destaca Nando Olives, su productor ejecutivo. Cerca de allí, en el teatro Lara, la desinhibida y vitalista comedia La llamada amplía sus funciones para abastecer la demanda después de tres años en cartel. “Loli y Sandra son dos fans que han visto la obra 120 veces”, confiesa Javier Ambrossi, uno de sus autores.
Otros títulos tan solo laten temporalmente en la avenida madrileña. Hasta el 23 de diciembre lo hará Don Juan, una co-producción musical con México que viste de rock, pop y jazz el texto de Zorrilla en el teatro De la Luz Phillps. Después, tomarán ese coso un grupo de vampiras con mucho estilo: Nawja Nimri y Alba Flores protagonizan Drac Pack, una historia de seducción y ambición empaquetada en swing, jazz y rock and roll. En la sala pequeña del Teatro De la Luz, el cantante Manuel Ramos propone una historia de amor a través de temas de Rocío Jurado, Alaska o Shakira en Lo tuyo y lo mío. Hasta 75 canciones en 75 minutos junto a la intérprete Mariola Peña.
A ritmo de las coplas de Miguel de Molina, Ángel Ruiz ha construido un homenaje al cantante y a las víctimas de la represión franquista, que se puede ver en el Teatro Rialto de la Gran Vía. “Hacemos memoria histórica a través de sus vivencias y sus canciones”, argumenta su protagonista y autor.
La influencia musical de la arteria madrileña se extiende por la ciudad. Así, el teatro Nuevo Alcalá se ha convertido también en hogar de musicales y estas fiestas acoge Dirty Dancing, la adaptación de la película de los años ochenta. Lo mismo ocurre en la calle Doctor Cortezo. Allí el teatro Fígaro programa Goodbye España, musical concebido en el off de Londres —fuera de los circuitos comerciales— que narra el viaje de un joven inglés con las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil española. En esa misma esquina, dos piernas entaconadas sobresalen de la torre del teatro Calderón. Es la señal de que The Hole ha vuelto a la ciudad. Esta vez con el apellido Zero, que indica que se trata de la génesis del fenómeno The Hole, un espectáculo de variedades, gamberro y descarado, recomendado para mayores de edad. Con él se completa una oferta con opciones para públicos de todas las edades, filias y confesiones. Incluso para los que tienen un presupuesto muy ajustado: Microteatro por Dinero programa micromusicales en todas sus sesiones por cuatro euros.
Comedias disparatadas y un drama gastronómico
De las más de 100 propuestas escénicas programadas para estas Navidades, los amantes del teatro tienen para elegir todo tipo de espectáculo, desde disparatadas comedias a dramas, pasando por los musicales. En el apartado de comedia, destacan Jardiel, un escritor de ida y vuelta, dirigida por Ernesto Caballero, y Navidad en casa de los Cupiello, puesta en escena por Aitana Galán. La primera es un texto de Ernesto Caballero, escrito a partir de la obra de Enrique Jardiel Poncela, en el que rinde homenaje a este creador visionario que debería ocupar un justo lugar entre los más grandes dramaturgos del siglo pasado (Teatro María Guerrero). La cena de Navidad es la excusa de la delirante comedia Navidad en casa de los Cupiello, escrita por Eduardo de Filippo, considerado como uno de los referentes del neorrealismo italiano (Sala de la Princesa-Teatro María Guerrero).
Si por el contrario se prefiere un drama no pueden dejar de ver: La cocina, rabiosa crítica social firmada por Arnold Wesker, en una soberbia puesta en escena de Sergio Peris-Mencheta (Teatro Valle-Inclán); La noche de las tríbadas, de Per Olov Enquist, en versión y dirección de Miguel del Arco, magníficamente interpretada por Manuela Paso y Jesús Noguero (Pavón Teatro Kamikaze), y la reposición del potente espectáculo Danzad malditos, de Félix Estaire basado en la célebre película de Sydney Pollack (Matadero. Naves del Español).
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