Apostatar a discreción
La Juan Gallery acoge hasta el domingo la performance bajo el lema Haga acto de ausencia
Se puede apostatar de la religión. Pero también de un equipo de fútbol. O de un partido político. O de una marca. O de un banco. O de lo que a usted le dé la gana. Al menos en la singular Oficina de Apostasías que abre sus puertas desde hoy hasta el domingo en La Juan Gallery (Juanelo, 21), un espacio dedicado a la performance y el arte vivo. El lema de esta oficina: Haga acto de ausencia.
Al entrar la secretaria, encarnada en María Baón, ayuda al futuro apostata a decidir qué es aquello de lo que quiere borrarse. Hay más ayuda: en una pared cuelgan programas de partidos políticos, publicidad comercial, noticias sensibles, sacramentos eclesiásticos y todo tipo de propaganda y demagogia; es el Muro del Proselitismo, como un catálogo de todo aquello con lo que pretenden comernos la cabeza. Cuando uno decide qué tipo de apóstata quiere ser, el fotógrafo Víctor G. Carreño, uno de los artífices del proyecto, le saca un action portrait (una serie de tres fotos que configuran algo así como un retrato emocional) que será inmediatamente impreso y colgado en la pared. A continuación ya toca pasar al despacho del abogado, que es abogado de verdad, con amplia experiencia laboral, pero también artista, conocido como Casalontana. Nos atiende tras un recio despacho de madera recia, con su traje de abogado y su estilográfica cara, en una parodia del poder que se consuma con una ostentosa (y algo kitsch) figura de un águila.
“El proyecto surge de un debate sobre la utilidad del arte”, dice Casalontana. “Esto es una acción artística donde el espectador va a cerrar el proceso creativo. Un proceso que, además, puede tener repercusiones reales en su vida”.
Algunas personas ya han rellenado sus solicitudes. Por ejemplo Chema, que quiere apostatar de las religiones “en general”, porque “no necesito que nadie me obligue a ponerle nombre a mis creencias espirituales”. Claudia quiere apostatar de un banco porque “me cerraron la cuenta sin avisar” y porque “retiró el patrocinio de la Ruta Quetzal”. Alguien ya ha solicitado apostatar del Real Madrid. “No sabemos de las cosas que pueden querer apostar los usuarios”, cuenta Carreño, “hay quien hará aquí también su propia performance”.
Porque esta oficina es una performance pero, como explican los artistas, tiene una parte muy real. Tramitarán realmente el proceso de la apostasía de la Iglesia Católica, o el cese de la militancia en un partido, o la baja en un club de fútbol. Si uno quiere dejar su vínculo con una marca comercial solicitarán su desaparición en cualquier base de datos, club de socios o newsletter. Para casos más etéreos (hay quien quiere apostatar del estrés de la vida del autónomo o del lenguaje oscuro, hermético y técnico) se hará como mínimo un informe certificando esa voluntad y se intentará diseñar algún acto simbólico o “psicomágico” para dejarlo bien claro ante uno mismo y ante el mundo. En una esquina de la oficina uno puede depositar cualquier carnet o identificación que le una a cualquier institución. Y todo gratis.
“Con esto queremos generar debate y recopilar datos que puedan ser utilizados posteriormente por diferentes investigadores”, dice Casalontana. “La idea es que dentro de algunos meses podamos celebrar aquí un encuentro en el que participen miembros de la iglesia y de otras instituciones y diversos apostatas”. Estos Bartlebys contemporáneos quieren borrarse de todas las categorías que les han caído encima, de todo lo que no les gusta de la vida. En su manifiesto dicen: “Apostatar es oponerse”, “Apostatar es orientar el cambio de sentido”, “Apostatar es exigir estar plenamente vivos diciendo basta”.
Más información en https://sites.google.com/site/oficinadeapostasias/home
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