Conciertos en el salón de casa
La sala Tocata en A nació con el objetivo de ser un espacio para que pudiesen tocar jóvenes músicos
Inspirándose en las reuniones que se celebraban en el siglo XIX en hogares pudientes, el pianista Eduardo Frías decidió hace un año convertir una estancia de su casa en una pequeña sala de conciertos, a la que decidió llamar Tocata en A. Frías, que desde los cinco años lleva dedicándose a la música, y conoce con detalle el sector, echaba en falta la existencia de un espacio de este tipo en Madrid, que sí existe en otras ciudades europeas, como Berlín o Londres.
Desde entonces, han pasado por estas cuatro paredes músicos procedentes de muchas partes del mundo: Brasil, Italia, Paraguay o Argentina. Gran parte de ellos, jóvenes promesas de la música clásica —en torno a la que giran la mayoría de los recitales—, aunque también estrellas consagradas, que están de paso en la capital y buscan un lugar que les permita dar a conocer su trabajo. “Lo único que necesita un músico es tocar y mostrarse al público. El objetivo de esta iniciativa es darles la oportunidad a los músicos que visitan la ciudad de tocar sin la necesidad de realizar complicadas gestiones”, dice Frías.
Según el pianista, esta opción es elegida por muchos artistas que viajan a Madrid para dar una master class y quieren dar un concierto para sus alumnos. O por músicos a los que, después de tocar en un teatro o auditorio, les apetece tocar en un lugar menos imponente. Una de las figuras que visitó recientemente la sala fue el pianista Luis Fernando Pérez, que dos semanas antes había tocado en el Auditorio Nacional. Otro ejemplo es el de Nancy Fabiola Herrera, una reconocida mezzosoprano canaria que ha llenado el Teatro de la Zarzuela varias veces durante este mes y que hoy presentará su nuevo disco en esta sala.
Situada muy cerca del Casón del Buen Retiro —Frías prefiere no revelar la dirección exacta—, todos los conciertos que se ofrecen en Tocata en A son gratuitos. “Las entradas no tienen un precio fijo, cada cual deja el donativo que estima oportuno. No hay obligación de dejar nada, pero es cierto que la mayoría de los asistentes suelen colaborar. Lo que sí es necesario es reservar a través de nuestra web: www.toccataena.com”, detalla Frías.
El dinero recaudado se reparte entre el músico y Frías, aunque según el pianista generar ganancias es el último fin. “El beneficio del artista es mostrarse al público, y yo lo hago porque es mi pasión, pero no es un negocio con el que ganar dinero y requiere de mucho tiempo. Sin la ayuda de mis padres, gestionarlo todo sería imposible”, añade.
La sala cuenta además con un aliciente para todos los músicos: un piano Steinway gran cola —valorado en 150.000 euros— que, según Frías, ha sido el verdadero empujón para atraerlos. “Es el mismo modelo que hay en el Auditorio Nacional. Se necesitaron 11 operarios para traerlo a casa. Para un músico, tenerlo al alcance es una ocasión única”.
Lejos de molestar a los vecinos, que según el pianista están encantados con la idea e incluso asisten como público, cuando termina el concierto los invitados comparten conversación y un vino que siempre ofrece el anfitrión. El aforo para estos eventos nunca supera las 50 personas. Suelen celebrarse los fines de semana, aunque ha habido alguna excepción.
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