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Aquelarre contra los abusos laborales

El Teatre Lliure rescata 'Revolta de bruixes', de Josep Maria Benet i Jornet

Escena de 'Revolta de bruixes'
Escena de 'Revolta de bruixes' Ros Ribas

Una noche de luna llena, en unos grandes almacenes, seis mujeres deciden cambiar su realidad. Son las encargadas de la limpieza del local, y quieren un salario digno. Deciden trabajar más lento, no hacer horas extra sin cobrar, plantar cara a los problemas. Las demandas sociales de estas limpiadoras, retratadas por Josep Maria Benet i Jornet en Revolta de bruixes hace cuatro décadas, resultan más vigentes que nunca. El Teatre Lliure las rescata para analizarlas “con ojos de hoy” en una nueva puesta en escena del montaje que se representará a partir del miércoles en el Espai Lliure de Montjuïc. Las actrices de la Kompanyia Llliure, de entre 20 y 30 años, encarnan a las trabajadoras junto a Chantal Aimée, Àurea Márquez y Xicu Masó, quien pone voz al vigilante del complejo.

El relato, explicó ayer el director de la obra, Juan Carlos Martel Bayod, es necesario porque “demuestra que las cosas no han cambiado”. En la función, ambientada completamente en la década de 1970, “hasta los ceniceros, el olor a tabaco, las sillas y los calendarios” evocan esa época, añadió el director, mientras las empleadas debaten la estrategia a seguir.

Una de las mujeres, Sofía, arenga a sus compañeras a continuar con las revindicaciones, pero su prima, Rita, se opone, en lo que para el director de Revolta de bruixes supone un conflicto entre “racionalidad e irracionalidad”, es decir, entre tener fe en que la situación se arreglará o en trabajar menos como medida de presión. “Deberán acabar viniendo de rodillas los amos. Arrastrándose”, implora Aurora, una de las trabajadoras, en la obra.

Entre discusiones y revelaciones, emergen los problemas añadidos de las protagonistas. Un marido ausente, un cáncer de mama y mucha melancolía envuelven el espectáculo. “Cada una de ellas afronta la soledad para seguir adelante”, reflexionó la actriz Clàudia Benito. Además, el vigilante intenta vengarse de algunas afrentas. “Hay que pensar en el momento en que fue escrita. Las mujeres no estaban acostumbradas a liderar revueltas laborales. Están enfrentándose a un hombre”, desgranó Júlia Truyol, integrante de la Kompanyia Lliure. De hecho, cuando Benet i Jornet terminó de escribir el relato, en 1975, quiso que la escritora Montserrat Roig leyese el texto antes que nadie. “Y esto nos da muchas claves del montaje. Él es especialista en retratar el universo femenino, como Almodóvar”, opinó Lluís Pasqual, director del Teatre Lliure.

El texto se emitió en televisión en 1976. Rosa Maria Sardà figuraba en el reparto. En el teatro, la obra se estrenó en 1981 en el Romea dirigida por Josep Montanyès en colaboración con Josep Maria de Sagarra y con Montserrat Carulla o Àngels Moll en el elenco. El año anterior ya se había representado en versión castellana con Carmen Maura y Marisa Paredes ejerciendo de brujas. Lo curioso es que algunas de las actrices que rescatan ahora la obra no conocían la producción teatral de Benet i Jornet hasta que empezaron a trabajar en Revolta de bruixes. “Para mi solo era el señor de las series”, confesó Truyol.

Martel Bayod cree que del montaje, en escena hasta el 4 de diciembre, puede hacerse también un paralelismo con la política actual. “Viendo el aquelarre ocurrido el otro día en la calle Ferraz, con la imposibilidad de la izquierda de ponerse de acuerdo para gobernar, o lo que ha pasado entre Pedro Sánchez y Susana Díaz...”, dejó caer el director. Recalcó la palabra aquelarre porque en Revolta de bruixes el esoterismo y el tarot están muy presentes. Como si las mujeres necesitaran invocar unos cuantos hechizos en esa noche de luna llena en la que transcurre la acción para dar un vuelco a su destino.

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