Los okupas de Gràcia reaparecen en la fiesta mayor
El Banco Expropiado abren una sucursal a sólo 50 metros del inmueble de donde les desalojaron en el mes de mayo
Los okupas del autodenominado Banco Expropiado del barrio barcelonés de Gràcia anunciaron ayer la okupación de otro inmueble a 50 metros del local desalojado en mayo. El anuncio de la nueva okupación, en el 173 de la travessera de Gràcia, tuvo lugar a las 22.00<MC> en uno de los días más multitudinarios de la fiesta mayor del barrio. Los anarquistas aseguraron que se instalaron allí el viernes. Ayer no se apreciaba signos de que hubieran entrado en el nuevo local aunque en las redes sociales mostraron como habían accedido.
Fuentes cercanas a la policía autonómica remarcaban ayer que una intervención de los Mossos d’Esquadra contra el colectivo okupa de Gràcia está totalmente desaconsejada esta semana. La acción policial supondría demasiado riesgo para las miles de personas que celebran verbenas en las callejuelas del barrio. Además, los activistas, conscientes de la legislación, anunciaron el pasado martes que habían okupado el nuevo inmueble —una antigua Caixa Penedès— y no hicieron público hasta ayer su dirección para evitar el desalojo exprés. Transcurridas 72 horas después de que el primer okupa accede a la instalación, el desalojo queda sujeto a la decisión judicial, que puede tardar varias semanas. Conocedores de la burocracia, los activistas —si realmente han okupado el inmueble— la han utilizado a su favor para ondear el círculo y la flecha.
Pese a que el colectivo pretende regresar al local del que fueron desalojados el 23 de mayo, ayer el Banco Expropiado volvió por la puerta grande a la actualidad mediática. Anunciaron la nueva okupación en las puertas del antiguo local y lo celebraron con una cena vegana, cervezas y la proyección de un documental sobre como Gràcia se convirtió en un campo de batalla entre el 23 de mayo y el 7 de junio.
Contenedores ardiendo, escaparates hechos añicos, vehículos volcados y decenas de pintadas transformaron el paisaje cotidiano del barrio. Fueron semanas de tensión y guerrilla callejera entre okupas y los agentes de los Mossos d’Esquadra. Hubo destrozos y mucha violencia. Los activistas, cuyo número de integrantes nadie se ha atrevido a dar, y las decenas de sus simpatizantes estaban perfectamente organizados. Llegaron a crear un sistema sanitario paralelo por el miedo a que los heridos en los altercados pudieran acabar arrestados si solicitaban los servicios sanitarios públicos. Durante tres noches de altercados, los Mossos d’Esquadra contabilizaron medio centenar de agentes y media docena de manifestantes heridos.
Por su lado los okupas del Banco Expropiado aseguraban que entre sus simpatizantes había más de 70 heridos lesionados por proyectiles de goma —disparados por los agentes— y golpes de porra. Los activistas podían llamar a un número de teléfono y trasladarse al Ateneu Independentista la Barraqueta, de la calle Tordera. Allí se instaló un secretísimo hospital de campaña donde se llegaron a coser puntos de sutura. El colectivo llegó a desplegar apoyos psicosociales para los activistas y asistencia jurídica para las 55 personas que fueron identificadas por los Mossos d'Esquadra cuando participaban en los altercados.
Silencio electoral
Tras semanas de tensión los activistas del Banco Expropiado firmaron la tregua dos días antes de la campaña electoral. Habían ocupado titulares, obligado a sitiar el barrio, realizado un escrache al propietario del local e incluso habían puesto en jaque a los agentes de la policía de la Generalitat cuando el 4 de junio cinco activistas volvieron a reokupar el 181 de la Travessera de Gràcia. Después de la detención de los activistas se hizo el silencio. Se acabaron los altercados. El cuanto colgaron los carteles electorales el Banco Expropiado desapareció. Ayer volvieron con fuerza en plena fiesta mayor y amenazaron con nuevas movilizaciones para el curso que comienza en septiembre.
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