Locura en el paraíso
Esperpeto y estética surrealista se trenzan con ágil vocabulario coreográfico de danza en 'Así en la tierra como en el cielo'
El teatro del absurdo, lo esperpéntico y la estética surrealista se trenzan con un ágil y fecundo vocabulario coreográfico de danza contemporánea en Así en la tierra como en el cielo, en el último espectáculo de la Compañía Mar Gómez. La pieza (con coreografía firmada por sus intérpretes: Álvaro de la Peña, Carlos Fernández, Matías Marré, Xavier Martínez y la propia Mar Gómez, que aquí no baila y se echó en falta) es una sarcástica reflexión sobre lo que ocurriría si después de muerto, al llegar al más allá, uno se encuentra con los mismos problemas, anhelos y miedos que en la tierra. El montaje es francamente divertido, pero es evidente que se deben ajustar ciertos gags, que rozan la vulgaridad.
ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
Dirección artística: Mar Gómez y Xavier Martínez. Coreografía: Colectiva. Interpretación: Álvaro de la Peña, Carlos Fernández, Matías Marré y Xavier Martínez. Escenografía:Joan Jorba. Diseño de luces:Carles Borràs. Vestuario: Mariel Soria. Mercat de les Flors (Grec 2016). Barcelona, 21 de julio
Los cuatro intérpretes muestran una envidiable puesta a punto, que luce en un baile ejecutado con precisión además de una marcada personalidad escénica y que abarca varias generaciones de bailarines, desde Álvaro de la Peña, el más veterano, hasta el más joven, Marré, pasando por Carlos Fernández y Xavier Martínez. Todos ellos potencian su particular forma de bailar en solitario y se acoplan con notable disciplina en el trabajo coral.
La tan divertida como escueta escenografía, formada por una máquina tragaperras, tres sillas de playa y una estufa de butano, arropa las peripecias de estos cuatro hombres que, al llegar al cielo, se convierten en mujeres. Esta transformación arrancó, como no podía ser de otro modo, las sonoras carcajadas del público. El baile de Fernández con corsé negro y ligas rojas, el de De la Peña con vestido rosa y las piernas blancas y peludas o el de Martínez con los tupperware a cuestas es imaginativo, pero a la vez de una gran dificultad técnica, pues en ocasiones llevan calzados unas notables mopas en los pies como si fueran unos esquís.
Así en la tierra como en el cielo encierra el universo creativo a que tiene acostumbrado a su público la Compañía Mar Gómez, pero en esta ocasión asume mayores riesgos en su lenguaje gestual, lo que marca claramente un punto de inflexión evolutiva que, sin duda, favorece a su estilo.
Otra de las bazas de este montaje es una banda sonora formada por melodías muy conocidas, en un abanico que va desde C’est si bon a la Piccolissima serenata, pasando por el Me va, me va de Julio Iglesias.
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