Jazz entre fantasmas

Pedro Iturralde, 86 años, no bebe alcohol. “El médico me lo ha prohibido”, aclara. Por lo demás, sigue como siempre; un chaval, aunque necesite de un bastón para caminar. El ilustre saxofonista volvió a colocar el “entradas agotadas” en su concierto del pasado miércoles, con el que arrancó la segunda edición del Ingenia Jazz & Wine Festival. “Que yo recuerde, nunca había tocado aquí”, comenta el navarro mientras recorre con la mirada la terraza del Teatro Galileo, “y mira que es raro…”

La terraza de verano del Galileo, antigua Casa de Pompas Fúnebres, constituye el escenario perfecto para el más perfecto de los maridajes. “El lugar está cargado de leyendas sobre fantasmas que andan por los pasillos y encienden y apagan las luces”, comenta un miembro de la organización, “pero hemos hecho un pacto: nosotros no nos metemos con ellos y ellos, a cambio, tienen barra libre en el bar”. Importante, toda vez que el evento sirve como carta de presentación de una nueva y pujante marca de vinos con denominación de origen Madrid. “Desde su creación, el festival va de la mano de Ingenia Vinos”, comenta Manuel Praena, cabeza visible del evento. “El vino y el jazz comparten infinidad de matices y aromas: pueden ser suaves, agresivos, equilibrados, impetuosos, evocadores, festivos o reflexivos”.

Por el escenario cargado de leyendas del lugar han pasado en días sucesivos la austro-ibicenca Muriel Grossmann y su “jazz espiritual”, y la madrileño-donostiarra Ainhoa Vidaurreta, alias Noa Lur; lo más parecido a una diva del jazz con que cuenta nuestra ciudad. “Hace un par de años canté delante de Bobby McFerrin y fue emocionante, sobre todo cuando, tras el concierto, vino a felicitarme. Me dijo lo mucho que le gustaba cómo cantaba y me preguntó si nunca me había planteado vivir en Estados Unidos. Me habló de una canción en particular y que no había entendido el significado de la letra. Le expliqué que era euskera”.

En su concierto del viernes, la plurilingüe diva interpretó los temas de su último álbum, Troublemaker, en el que cuenta con la colaboración de, entre otros, el trompetista Christian Scott. “Procuro alejarme de la idea de la cantante romántica al uso, por eso mis canciones hablan del papel de la mujer en la sociedad, la caza de brujas, las inquietudes que tenemos todos viviendo en este mundo cambiante”.

Fiel a su costumbre, Lur estuvo arropada por un afinado elenco de estrellas del jazz, liderado por el pianista Moisés P. Sánchez. “El título del disco viene de que soy una lianta, me meto en muchos berenjenales y, a veces, no sé salir de ellos. Pero así soy yo, qué le voy a hacer”.

Por delante quedan las actuaciones del neocrooner Anthony Strong, considerado una superestrella del jazz en su Inglaterra natal (domingo, 17). Cerrará el festival el norteamericano Dave Douglas —músico al que siempre hay que tener en cuenta—, perteneciente a la élite neoyorquina del jazz de vanguardia. El trompetista (actúa el domingo 24) y compositor presentará su nueva propuesta musical de “alto riesgo” (High Risk), una combinación sutil y elegante del lirismo melódico del jazz con las texturas de la electrónica a cargo de dj Shigeto.