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Atrapado en el autobús 725

Laureano Serrano, de 70 años, estuvo dos horas y media encerrado en el interurbano porque la rampa se atascó

Vídeo: El País Vídeo
Carmen Pérez-Lanzac

El pasado 27 de junio, Laureano Serrano volvía en el autobús 725 a su casa, en Bustarviejo. Había estado visitando a su médico en el hospital de La Paz. Eran las tres de la tarde y llegaba a tiempo para comer. Pero un percance le obligó a permanecer dos horas y media más de lo previsto encerrado en el autobús: la rampa mecánica que se activa para permitir bajar del vehículo a las personas que viajan en silla de ruedas se atascó. “La rampa no quiso salir y no salió”, se duele el madrileño, de 70 años.

Normalmente Serrano -que es parapléjico desde hace 37 años, cuando un policía que no estaba de servicio le disparó porque Laureano, que es de izquierdas, no quiso gritar ¡Viva España!- le pide a su hijo o a su yerno que le lleven adonde tenga que ir, pero en esta ocasión ninguno de ellos podía hacerlo porque coincidía con sus horarios laborales. Así que se fue a su cita en La Paz en el autobús 725, que hace el recorrido entre Madrid, Miraflores y Bustarviejo, propiedad de la empresa concesionaria Interbus, encargada de la prestación de este servicio público por el Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid.

A las 13.15, cuando ya emprendía el viaje de regreso, una avería de la rampa del primer autobús que llegó, que tampoco bajó el nivel de la acera, ya obligó a Serrano a renunciar a coger el vehículo y esperar al siguiente, que pasó media hora más tarde. Pero el problema se repitió al llegar a Bustarviejo, donde la rampa —que sin embargo le había permitido subir al autocar— se negó esta vez a volver a bajar.

Al tratarse de la última parada, todos los viajeros pudieron marcharse a sus casas y llegaron a tiempo para comer. Todo, menos Laureano Serrano, que se quedó encerrado desde las 15.00 a las 17.30 horas junto con el conductor mientras el guiso de atún con tomate de su mujer, Goyi, se enfriaba.

El conductor intentó solucionar el problema. Llamó al mecánico que arregla estas averías, que no tardó en llegar, pero ni siquiera él logró solucionar el problema. La rampa se empecinó en seguir atascada.

Finalmente, dos sobrinos de Laureano, que trabajan como albañiles, fueron en su rescate al regresar de la obra. Acudieron con su material de trabajo. Fueron esenciales para sacar de su encierro a su tío dos tablones de obra con los que se hacen los andamios. Con ellos pudieron al fin liberarlo. A las 17.50, Laureano pudo al fin sentarse a la mesa.

“Un día sí y otro también, en esta línea no bajan las rampas”, se duele Serrano. “Son estos autobuses largos que tienen un muelle en medio, que están viejos y no tienen aire acondicionado”. “Y esto también afecta al resto de los viajeros”, se apresura en subrayar. “Una vez yendo de nuevo al médico, la rampa se quedó atascada después de que saliera del autobús y no quiso volver a meterse. Y todos los viajeros tuvieron que bajarse y esperar al siguiente autocar que no sé cuanto tardaría en llegar. Y cuando salí del hospital, el autobús seguía ahí con la rampa atascada”.

La Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid no tiene concocimiento de este caso. Especifican que ante este tipo de casos "piden un requerimiento a la empresa para que pase revista a sus autobuses y en caso de que no estén en buen estado, se les sanciona, como hemos hecho en otras ocasiones", dice una fuente de la consejería.

Laureano Serrano no se plantó delante de un autobús, como hizo el rapero El Langui a principios de año cuando un conductor le impidió acceder a un autobús con su silla de ruedas motorizada, pero espera lograr lo mismo que él, cuando logró que les permitieran el acceso: que el Gobierno regional haga que funcionen todas las rampas para que los viajeros en silla de ruedas puedan subir y bajar de los autobuses. Y que no se les enfríe el atún con tomate.

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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