ERC se lanza a ejercer su hegemonía independentista ante el declive de CDC
Los republicanos apuestan por tener mayor peso en el proceso soberanista
Esquerra Republicana volvió a batir el domingo a Convergència en diputados y a partir de ahora pretende hablar de tú a tú a su socio en el Gobierno catalán. El vicepresidente de la Generalitat y líder de ERC, Oriol Junqueras, se ha propuesto tener una mayor proyección en el proceso independentista y la gestión política para abandonar el papel de gregario que hasta ahora ha desempeñado en beneficio del presidente, Carles Puigdemont. Tras fracasar en su intento de reeditar una coalición similar a la de Junts pel Sí para el Congreso, los convergentes asumían ayer que los republicanos podrían haber reclamado ese cambio de rol si las diferencias entre las formaciones hubieran sido superiores, cosa que no ha sucedido.
“Es el momento de Esquerra”, proclamó ayer el cabeza de lista Gabriel Rufián, consciente de que los republicanos están situados en la añorada centralidad política. Todo juega a su favor y ahora se trata de marcar perfil propio, no cometer errores e ir abonando el terreno para las próximas elecciones autonómicas sin ninguna prisa.
Si la CUP vota a favor de la cuestión de confianza a Puigdemont en el mes de septiembre se abrirá paso a una nueva etapa para intentar negociar los Presupuestos de la Generalitat para 2017. Si no es así, las elecciones catalanas están a la vuelta de la esquina, un escenario al que no temen los republicanos. La última foto fija electoral, la de los comicios del domingo, marcan a su favor una diferencia de más de 147.000 votos, frente a los 34.500 que les sacaron en diciembre.
Con la CUP partida en dos tras su veto al debate de los Presupuestos y con CDC a la espera de que cuaje su refundación y saber qué quiere ser en el futuro, Esquerra espera nutrirse de votos de castigo por todos los costados.
Rufián utilizó ayer la expresión “el gobierno Puigdemont-Junqueras” en numerosas ocasiones cuando tenía que referirse al proceso soberanista e insistió en que “tenemos una mayoría de 72 diputados”, en alusión a los 62 de Junts pel Sí y los diez de la CUP. ERC mantendrá su lealtad con Carles Puigdemont hasta el final, pues entre él y Junqueras existe una sintonía que no se daba con Mas, pero continuamente recuerdan que son de izquierdas y republicanos y que están por combatir “el sufrimiento de la gente”, para reclamar un perfil social del que carece Convergència.
Ese perfil es justamente el que más les aproxima a la formación anticapitalista y el que ha provocado que durante la campaña hayan evitado criticarlos por su oposición a permitir la tramitación de los Presupuestos que elaboró Junqueras. Convergència, en cambio, convirtió esos ataques en uno de sus ejes de campaña sobre todo en los primeros días de la campaña electoral.
El partido presidido por Artur Mas era consciente de su debilidad ante ERC en estas elecciones, sobre todo después de que en la cita de diciembre pasado ya lo desbancaran como primera fuerza independentista. Por ello insistieron en la necesidad de reeditar para el Congreso una coalición al estilo de Junts pel Sí, lo que impedía visualizar las diferencias entre ambas fuerzas. La negativa de los republicanos a esa propuesta aún hoy es criticada en la sede de Convergència, bajo el argumento de que “el soberanismo, unido, siempre va mejor”.
Francesc Homs, cabeza de lista de los convergentes el 26-J, admitió ayer la posibilidad de que, dependiendo de los resultados de las elecciones, los republicanos pudieran reclamar más protagonismo en el Gobierno catalán. “Si la diferencia hubiera sido mayor habría tenido consecuencias”, señaló tras la reunión en la que la ejecutiva del partido analizó los resultados. “Me habría preocupado si hubiéramos sacado cinco diputados y ellos 11 o 12”, concretó.
Ante la imposibilidad de superar a ERC, Convergència intenta tener un papel preponderante en el Congreso mostrándose una formación de pacto, pese a que no está dispuesta a salirse del carril secesionista. Es en ese contexto en el que aparece su oferta de crear una comisión para debatir sobre el referéndum independentista. Es una fórmula de alejarse del discurso de ERC, que considera que en Madrid el independentismo no tiene opciones de prosperar.
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