_
_
_
_
POP Graham Nash

Pasarse la vida cantando

El mítico cantante llegó al Nuevo Apolo en adusto formato de dúo, pero su repertorio es tan enorme que acabó entusiasmando

Más información
The Jayhawks, reencuentro y flechazo
Rock que intenta no gustar a los rockeros
Voz humana, música electrónica
Bartók total

A Graham Nash siempre le tuvimos como paradigma de hombre afable, al menos en contraposición con Crosby, Stills y Young. Y esa bonhomía, la ternura que inspira su jipismo septuagenario de cabellera nívea y pies descalzos, puede difuminar la venerabilidad de su catálogo. Que este británico estadounidense acabe de publicar nuevo álbum, This Path Tonight, tras 14 años de ausencia podemos considerarlo una sorpresa grata: las cinco canciones que desgranó este jueves en el Nuevo Apolo son melancólicas y pequeñitas, poco susceptibles de garantizar una larga estancia en nuestra memoria. Todo lo contrario que con muchos de los otros 17 títulos que desfilaron por el teatro, empezando por Bus Stop (The Hollies): hasta que no los anotamos en una misma hoja de repertorio, cuesta creer que Nash haya sido un compositor tan estratosférico.

Sucede que las entradas costaban una fortuna y quedaron algunos huecos en la platea, por mucho que la cita tuviera aureola de acontecimiento. Y sucede que alguno se llevó una sorpresa al comprobar que Nash llegaba en austero formato de dúo para defender un cancionero tan rutilante. Los temas resisten, claro, porque son magníficos y el guitarrista, Shane Fontayne (Lone Justice, Springsteen), también. Pero dolía perderse las armonías fascinantes de Wasted on the Way o la solemnidad antibélica de Military Madness.

Lo mejor es que Graham se ha pasado toda la vida cantando y nada parece gustarle más que seguir haciéndolo. Las presentaciones son deliciosas (“Esta es la canción que escribí la mañana que Joni Mitchell y yo cortamos”, anunció con Simple Man) y la voz, a sus 74 años, conserva esa calidez prístina de los mejores días. El final, con Our House, Chicago, Teach Your Children y, entre medias, Blackbird, resultó inolvidable. Era una manera de reivindicarse a la altura de su coetáneo McCartney. Muy pocos tienen tantos motivos para hacerlo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_