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¡Larga vida al punk!

El Macba rastrea en una exposición la pervivencia de este movimiento radical de los años setenta en el arte contemporáneo

José Ángel Montañés
Pancartas de Agirregoikoa realizadas con tipografía punk y recortes de letras, como anónimos.
Pancartas de Agirregoikoa realizadas con tipografía punk y recortes de letras, como anónimos.albert garcia

El punk tuvo una vida breve. Unos cuantos años en la segunda mitad de la década de los setenta fueron el marco en el que este fogonazo incómodo comenzó a manifestar su postura contraria al sistema económico, político, social y cultural, con actitudes llenas de provocación, violencia, sexo y drogas que hacían visibles grupos musicales icónicos como Sex Pistols creadores de letras llenas de rabia. Pero su desaparición no fue total, pervivió en muchas de las obras de arte producidas desde entonces, que muestran la misma actitud inconformista, la perdida de fe en el progreso, la crítica y el cuestionamiento al sistema que mostró el punk. Es lo que defiende David G. Torres, comisario de la exposición PUNK. Sus rastros en el arte contemporáneo que abre sus puertas en el MACBA, tras reunir más de un centenar de obras de 60 artistas, entre pinturas, instalaciones, fotografías, vídeos y documentos, ahora que se cumplen 40 años del nacimiento del movimiento. Torres está convencido de que los factores de la crisis de los setenta presentes en el nacimiento del punk siguen vigentes en la actualidad, por lo que el “punk is (not) dead”, tal y como recoge la popular expresión.

“No es una exposición sobre el punk, ni pretende construir su genealogía, sino de los principales elementos que lo definen mediante los rastros que ha dejado en la producción artística actual”, aseguró Ferran Barenblit, director del Macba, que aclaró que no habría tachuelas, ni chupas ni crestas de colores. Hace dos años y medio Barenblit encargó el proyecto a Torres para mostrarlo en el CA2M de la Comunidad de Madrid (el centro que Barenblit dirigía en ese momento) y luego en el ARTIUM de Vitoria-Gasteiz. “El punk recogió el lema 'No future' de movimientos anteriores como el situacionismo y el dadaísmo, pero con la diferencia de que emergió en medio de la cultura de masas, lo que provocó que fuera allá de los setenta, del contexto anglosajón y de la escena musical”, prosiguió Barenblit.

El comisario David G. Torres pasa por encima de la instalación Terremoto de Tere Recarens
El comisario David G. Torres pasa por encima de la instalación Terremoto de Tere Recarensalbert garcia

La exposición parte, reconoció Torres, del ensayo Rastros de carmín escrito por el crítico Greil Marcus en 1989 en el que creaba la genealogía del movimiento remontándose, incluso, a la Europa Medieval. Torres mira hacia adelante buscando la chispa y la actitud provocativa que permite adscribir a una obra con el punk.

La exposición, enriquecida con nuevas obras con respecto a las que se vieron en Madrid y Vitoria, recibe con Terremoto de Tere Recarens, que ha creado unas estanterías llenas de objetos frágiles sobre un pasillo de maderas mal fijadas que al paso del visitante mueve los estantes y produce la caída y rotura de los objetos. “Refleja la idea de destrucción y vandalismo del punk”, resalta Torres que deja claro que el punk también es parte de la negación, la oposición y la destrucción, el 'hazlo tú mismo', la alusión al miedo y el terror en una sociedad que aliena a los individuos, el nihilismo; la reivindicación de la propia libertad sexual, del cuerpo, la superficie, como lugar de batalla”.

Marcel.lí Antúnez junto a sus máquinas sonoras.
Marcel.lí Antúnez junto a sus máquinas sonoras.albert garcia

Muy vivo y ruidoso

Pocas obras dejan diferente. La violencia, sutil, la proporciona la escultura-alfombra Ikea or die realizada por el colectivo DETEXT con 20.000 casquillos de 9 mm recogidos en la Ciudad de Guatemala. La exposición cuenta con obras de incitadores y activistas como Martin Kippenberger, Raymond Pettibon, Mike Kelley y Paul McCarthy, además de obras de Jean-Michel Basquiat (dos en concreto), Douglas Gordon, la Nazi girl de Narascha Stellmach, Dan Graham, Johan Grimonprez, Matt Mullican, Tony Oursler, Gavin Turk, Jordi Colomer (con su coche cargado con el enorme letrero de No Future, Juan Pérez Agirregoikoa con sus pancartas de eslóganes realizadas con tipografía punk hechas de recortes de letras, como anónimos, Tracey Emin, que se restriega billetes por su sexo para denuncia de la prostitución, Pepo Salazar o Joao Onofre, del que puede verse su caja insonorizada donde toca un grupo de death metal, hasta que aguante y Marcel·lí Antúnez, que muestra sus máquinas de hacer ruido utilizadas en espectáculos de la Fura dels Baus como Suz/O/Suz. Antúnez es uno de los artistas incorporados a Barcelona junto a Eduardo Balanza, que presenta sus fotografías sobre El Señor Lobo y su violenta banda, Jordi Benito, Jota Izquierdo, Israel Martínez y Luis Felipe Ortega y Daniel Guzmán.

El punk no está muerto. Esta vivo y sigue siendo muy ruidoso, como demuestra esta exposición en la que gran parte de las piezas son instalaciones sonoras que ensordecen al espectador. Algo que lleva a percibir que el Macba, también, está muy vivo.

Orinar en el museo

Tras la polémica por la escultura sodomita de La bestia y el Soberanoy el vídeo porno de Andrea Fraser, el Macba expone la pieza Mear en espacios públicos o privados de Itziar Okariz en la que esta artista vasca orina, de forma notoria, en lugares públicos subvirtiendo las normas de civismo y urbanidad, además de género, porque lo hace de pie, como un hombre; una obra punk y radical al cuestionar dos de las reglas establecidas como anormales por la sociedad

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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