El mundo es llano
¿Es imprescindible que en los países desarrollados sigamos teniendo como objetivo el crecimiento constante del PIB?
Con este título (en inglés, The world is flat), un conocido periodista del The New York Times, Thomas Friedman, publicó en 2005 un libro de mucha repercusión sobre las perspectivas de la globalización. Lo he recordado recientemente al ver que el último número de la revista Foreing Affairs retrata en la portada un globo terrestre de plástico, falto de aire y muy arrugado, anunciando un monográfico de artículos bajo el mismo título que el libro de Friedman. He comprobado en el diccionario que el adjetivo flat, si se aplica a un paisaje se traduce por llano, y si se aplica a un neumático significa deshinchado, o más familiarmente reventado. Curiosidad aparte, el aparente contraste entre ambas acepciones me ha sugerido algunas reflexiones de actualidad.
El libro de Friedman era precavido pero optimista. Decir que el mundo se ha vuelto llano es una manera de explicar que en las últimas décadas del siglo XX han ido desapareciendo muchas de las barreras que dificultaban el movimiento de personas, de productos, de trabajadores, de capitales, de informaciones, o de ideas, entre las distintas partes del planeta. Estas barreras que, para seguir con la analogía podríamos considerar como cadenas montañosas, se han ido allanando como consecuencia de los progresos tecnológicos, tanto en el campo del transporte como sobre todo en el de la comunicación digital. También debido a decisiones de tipo político que han eliminado trabas a estos movimientos y han ido abriendo espacios más amplios a la libre circulación de todos estos elementos.
Pero el adjetivo llano tiene una segunda dimensión. Ha ido desapareciendo un mundo en el que unos pocos territorios o países vivían en la cumbre, mientras la gran mayoría permanecía en una situación de inferioridad, cuando no de dependencia. La globalización implica un proceso de allanamiento en el que las diferencias entre unos y otros van disminuyendo, y las relaciones entre ellos están siendo, y van a ser, más horizontales. Friedman analizó hace 10 años esta evolución y concluyó que era una buena noticia para todos, incluyendo a los que hasta entonces dominaban, siempre que estos supieran adaptarse inteligentemente a la nueva situación.
La frase situada en la portada de Foreing Affairs tiene, para muchos de los autores, un significado distinto. La foto lo deja muy claro: el globo mundial tiene un escape de aire y se está deshinchando; ha dejado de crecer y se va acercando a una forma más plana. En este caso el globo representa la economía mundial, que está perdiendo fuelle y se encuentra con dificultades de recuperación.
Larry Summers, seguramente el más conocido de los autores, ya que fue Economista-jefe del Banco Mundial, y Secretario del Tesoro de Estados Unidos, predice una etapa que describe como de “estancamiento secular”. Habla del desequilibrio entre la creciente propensión al ahorro, y la decreciente propensión a la inversión, cuyo resultado es una reducción de la demanda, del crecimiento y de la inflación. También Krugman ha hablado en términos parecidos refiriéndose a la “trampa de liquidez”, y a las burbujas. Otros se extienden en la influencia de la demografía y en la disminución del papel de las clases medias, como consecuencia del gran aumento de las desigualdades en todos los países.
Me quedo con 5 conclusiones personales: 1) Hay una importante desorientación entre los dirigentes mundiales sobre las mejores medidas para abordar, con garantías, la salida de la crisis. 2) Ni Estados Unidos, ni mucho menos los países europeos, han adaptado sus economías a las exigencias de la globalización, y por ello sufren algunas de sus repercusiones negativas. 3) Durante el siglo XX se había conseguido marcar límites y civilizar parcialmente al capitalismo industrial occidental, pero estamos ahora ante el capitalismo financiero global que provoca nuevos problemas y no disponemos de herramientas adecuadas para hacerle frente. 4) La regresión de los sistemas fiscales, y la tolerancia con todo tipo de “paraísos”, tiene mucho que ver con esta debilidad. Y 5) ¿Es imprescindible que en los países desarrollados sigamos teniendo como objetivo el crecimiento constante del PIB, o podemos pensar políticas que permitan aumentar el bienestar con un “aceptado estancamiento”?
El subtítulo de la revista es: Sobrevivir al crecimiento lento. Interesante; no por nuevo, sino por venir de donde viene…
Joan Majó es ingeniero y ex ministro.
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