Traviesos y correosos
Los angelinos no son amigos de las complicaciones, pero enfervorecen El Sol con una descarga sin interrupción de soul visceral
Hubo que esperar este jueves hasta casi las once de la noche, efectos colaterales del fútbol, para que The BellRays se reencontraran con una hinchada capitalina que los venera. El llenazo de El Sol sirvió para arropar a la volcánica Lisa Kekaula, que empezó extrañamente destemplada y timorata, como si la energía de su imponente cabellera electrificada no hubiera descendido aún hasta las cuerdas vocales. Fue un cortocircuito circunstancial, porque nadie podrá negarle al cuarteto californiano su vocación garajera y sudorosa, esas ganazas de hermanar soul, rock duro, punk de primera generación y, en general, todo lo que invite a la inflamación de la carótida o la práctica del air guitar.
El sonido, desde la inaugural Black Lightning, fue sucio, marrullero y visceral, con unas líneas de bajo que parecían prestadas de John Paul Jones. 36 años después de su defunción, maravilla la vigencia de los Zep, honrados al final de la noche con una lectura ardorosa de Whole Lotta Love. Y habremos de agradecer a Kekaula y el gafotas Bob Vennum que también rescataran (Dream Police) a Cheap Trick, una banda ahora rediviva pero cuyos vinilos había que esconder hasta hace poco por si alguna visita fisgona los descubría en el salón.
No hay demasiado margen para el matiz en The BellRays, siempre superados por sus referentes: el ardor de Pinball City no iguala el de Tina Turner cantándole a Nutbush, igual que una heredera como Brittany Howard (Alabama Shakes) supera en versatilidad a Kekaula. Pero los angelinos se comportan siempre como unos tipos traviesos y correosos, abonados al encadenamiento frenético del repertorio para ofrecer 59 minutos eufóricos (Everybody Get Up) y sin respiro, con Lisa zarandeando su pandereta (You Got The Power) entre el público. Como bises, pura fiesta soul con los amigos madrileños junto a los que fraguaron Lisa & The Lips. Sencillo, pero divertido.
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