El aire que respiró Rosalía
La Casa do Cabido de Santiago inaugura hoy la exposición de Xurxo Lobato sobre los lugares en los que vivió la escritora. El fotógrafo recorrió los escenarios que la inspiraron
En blanco y negro, con luces y sombras, el aire que respiró Rosalía de Castro a lo largo de su vida, de niña como hija de un hombre con sotana, y de adulta, como esposa de Murguía, un marido que iba de ciudad en ciudad, cambiando de destino, aparece ahora retratado, colgado de las paredes de la Casa do Cabido, en Santiago. Junto a los escenarios vitales de la escritora más universal que ha dado Galicia, la exposición patrocinada por la Obra Social La Caixa recoge las fotografías en las que el autor de la muestra, Xurxo Lobato, recrea las atmósferas y los motivos que inspiraron su obra, desde la Carballeira de San Lourenzo en Compostela hasta los campos de trigo de Castilla o el río Sar.
La exposición itinerante, que ya ha pasado por la Diputación de Lugo, será inaugurada esta tarde a las ocho por el fotógrafo junto con el presidente de la Fundación Rosalía, Anxo Angueira, el alcalde, Martiño Noriega o el consejero de Cultura, Román Rodríguez. A partir de junio y hasta 2017 visitará la Casa das Artes en Vigo, el Museo de Pontevedra; el Centro Torrente Ballester de Ferrol; el Kiosko Alfonso de A Coruña y la Diputación de Ourense.
Lobato recorrió en los últimos años todos los lugares que habitó la escritora, desde Padrón, Vigo, Santiago o A Coruña hasta Madrid o Simancas (Valladolid). Fotografió la pila bautismal y la cúpula del Hospital Real de Santiago tal y como la podría haber visto Rosalía cuando fue bautizada; el aldabón de la puerta siempre cerrada de la Casa dos Coengos (Padrón), donde moraba su padre, o la casa de Ortoño (Ames) donde ella vivía con su tía; los badajos de Bastavales desde la cima del campanario; las parras albariñas que le daban sombra en su casa padronesa o la almohada de su cama, siempre hoy con una camelia o una rosa sobre la colcha blanca.
En la exposición Airiños, Aires, Rosalía también aparece retratado el callejón de Álvarez Gato, cuna del esperpento de Valle, donde se instaló la escritora con Murguía en Madrid, y la anodina iglesia de San Ildefonso en la que se casó la pareja. Están, además, el local donde se imprimió Cantares Gallegos en 1863, que aún sigue recordándola con dibujos en las persianas; y las escaleras que Rosalía subía a diario para entrar en su casa cuando el matrimonio se fue a A Coruña. Casi al final, en el último piso de la Casa do Cabido, ese decorado encargado por la Iglesia para dar el empaque merecido a la plaza de Platerías, aguarda la sombra de un gaiteiro. Es, en realidad, la de Pepe Temprano, casi un personaje de leyenda que sigue en pie.
La colección, que también ha dado lugar a un libro editado por el propio fotógrafo es, en definitiva, la esencia de un viaje, de Padrón a la Habana, en el que Lobato siguió los pasos y el alma de Rosalía después de "releerla" y consultar con estudiosos de la vida y la obra de la autora. De esa manera descubrió aspectos que no conocía de ella, como su fervor por una imagen barroca de Santa Escolástica que se conserva en San Martiño Pinario.
"Es mi humilde homenaje a Rosalía", concluye el fotógrafo, "escritora de referencia". "Una mujer que no quiso restringirse al ámbito doméstico, que escapó del rol tradicionalmente atribuido a la mujer y asumió protagonismo como escritora en un tiempo en el que eso era navegar contra viento y marea", sigue Lobato: persiguiendo su camino vital, se topó con la "intelectual, feminista, galleguista, mujer con gran conciencia social y política y amante de la naturaleza" que fue. "Sintió su país y lo sintió con dolor", y fue "pionera" de muchas cosas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.