El Macba, cada vez más accesible
El museo despliega medidas para conseguir la integración de todos los públicos
La enorme rampa interior de acceso a los pisos superiores es una de las estructuras que llama más la atención del impresionante edificio creado en 1995 en la Plaça de les Àngels por Richard Meier para el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). Pero la rampa, que sin duda demuestra que desde su construcción este museo está adaptado arquitectónicamente para que todas las personas, incluso las de movilidad reducida, no es sinónimo de que este museo sea totalmente accesible. En eso trabaja desde hace años. En 2014 se creó la Sala de los Sentidos, un espacio permanente formado por diez reproducciones de obras de la colección del Macba que pueden verse, tocarse, oírse e incluso olerse.
Pero ahora se ha dado un paso más para conseguir la accesibilidad plena, algo que en pleno siglo XXI puede sorprender que no sea así desde hace mucho tiempo: Se ha trabajado con los diferentes colectivos de personas con diversidad funcional, se ha realizado formación específica a los siete educadores y a las seis personas recepción y, desde ahora, se pueden realizar visitas guiadas en lenguaje de signos, de lectura de labios y de bucle magnético. “Pese a todo hay mucho todavía por hacer”, explican Ferran Barenblit y Ainhoa Grandes, director del museo y presidenta de la Fundación Macba, respectivamente.
Y es que “El arte facilita e impulsa la integración social”, asegura Barenblit en la sala donde se expone el enorme rinoceronte de John Baldessari, una de las 86 obras adquiridas en los últimos tres años que se exponen en Deseos y necesidades. Junto a la obra pueden verse tres cartelas, una en Braille y otra con la reproducción de la pieza en relieve.
“Después de ayudar en la compra de obras, desde hace tres años decidimos invertir en integración. La accesibilidad es beneficiosa para todos”, explicó ayer González Vázquez de Fundación Repsol que durante los tres últimos años ha ayudado económicamente en implementar las medidas para hacer más asequible a todos el museo a cambio de seguir adquiriendo obra para el museo, aportando una cantidad que no trascendió, porque cambia cada uno de los ejercicios, según las necesidades. "Un museo de arte contemporáneo del siglo XXI no se podía quedar con una accesibilidad del siglo XX”, según Vázquez.
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