Multitudinaria despedida a Carles Flavià
Joan Manuel Serrat y Jaume Sisa cantaron ‘a capella’ en el funeral, donde también ‘intervino’ el propio actor
El oratorio del tanatorio barcelonés de Sancho Dávila se quedó pequeño, muy pequeño, a pesar de su buena amplitud. Pero el actor, mánager (de la Orquesta Platería, de Gato Pérez y de su inseparable Pepe Rubianes), empresario y ex sacerdote Carles Flavià, fallecido el domingo a causa de un cáncer a los 70 años, tenía innumerables amigos que quisieron darle un último adiós en su funeral.
Sus amigos, el productor Rafael Moll y el actor Pep Molina, le organizaron todo un montaje nada edulcorado. Con el director escénico Joan Lluís Bozzo como maestro de ceremonias, habló primero el hermano de Flavià y a continuación el periodista Manel Fuentes, quien, imitando la voz de Flavià con acierto, leyó textos que le había grabado al actor desaparecido con el que tenía el proyecto de un documental. Y era imposible no desternillarse ante sus inteligentes burradas.
El cambio de tercio fue absoluto cuando el hermano del alma de Flavià, el cantautor galáctico Jaume Sisa, interpretó, casi como un susurro, su conocido tema El setè cel.
También actuó el propio Flavià, del que se proyectaron algunos vídeos de actuaciones y se le pudo oír en su versión del poema de José Agustín Goytisolo, Quiero todo esto, que grabó en su día para el programa Tot es comedia, de la Cadena SER, y en el que sostenía: “Quiero que follar sea más fácil. Quiero saber las cuentas de la Maratón de TV-3. Quiero que mis amigos se mueran antes que yo y todos de golpe, no aguanto los tanatorios. Quiero vivir sin turistas en la ciudad. Quiero que ejecuten a los de la autoayuda. Quiero que no me torturen con lo de “España nos da por el culo”, ya lo sé, pero me hace daño escucharlo. Quiero que derriben el monumento al tamborilero de El Bruc y que le declaren catalán non grato. Quiero una ley de la memoria histórica que castigue a los que en 1714 apostaron por el archiduque de Austria. Quiero envejecer molestando… Estos quieros se resumen en dos: quiero tocar los huevos al prójimo y quiero que no me los toquen a mí”.
Serrat, que al igual que Sisa cantó a capella, eligió el tema que Flavià llevaba precisamente en su teléfono móvil: Las malas compañías, donde se habla de lo atorrantes y sinvergüenzas que son los amigos. El último en intervenir fue el conocido Pare Manel, compañero de mil batallas desde la infancia de ambos.
Para homenajearle, no faltaron los comentarios de humor negro, tan de Flavià. Entre aquellos se oía decir: “Este es el bolo [como llama la gente de teatro a las representaciones en diferentes plazas] en el que ha concentrado a más espectadores”.
Porque si bien Flavià trabajaba en espacios pequeños, en salas alternativas, e incluso en locales de dudosa reputación, en su funeral contó con un numeroso público que le despidió con sonoros aplausos, bravos y, para que la cosa fuera completa, con mucha emoción contenida y muchas lágrimas.
Allí estaban representados los diversos mundos en los que Flavià buceaba a diario. Al frente de ellos, el gran amor de su vida, Lucila Aguilera, a la que tantas referencias hubo en las intervenciones y a la que Flavià conoció, a principios de los años ochenta, como esposa de Pepe Rubianes.
Entre los asistentes se pudo ver a Mario Gas, Anna Azcona, Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Yuta Tiffon, Selvi, el exalcalde de Barcelona Jordi Hereu, Leslie, cantante de los Sirex, Juanjo Puigcorver, Los Manolos, Ariadna Gil, Mónica López, Joan Ollé, Bárbara Granados (la pianista que acompañó a Flavià en su último montaje), Cesca Piñol, Rosa Badía, David Vallés, Francesc Orella, Mingo Rafols, Joan Estrada, Josep Juvé, así como sus amigos del Club Natación Barcelona, de La Cova Fumada donde jugaba al dominó los viernes y de tantos sitios donde acudía a jugar al futbol sala, al póker, a pasear a su perro, a comprar al Mercat de la Boqueria…
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