George Benjamin conquista el Liceo en el estreno español de ‘Written on Skin’
El compositor inglés ya ha llevado dos óperas al coliseo barcelonés
Nada pudo impedir que el estreno en España de Written on Skin (Escrito sobre piel), del director y compositor inglés George Benjamin (Londres, 1960), culminara con un rotundo éxito la noche del miércoles en el Liceo barcelonés. Ni la jornada, lluviosa y desapacible; ni el encuentro del Barça-Arsenal en la Champions; ni el hecho de tratarse de una ópera contemporánea, encima en versión semiescenificada. El talento de Benjamin pudo con todo y en la sala, que sin embargo registró un 70 por ciento de ocupación, un público cautivado por la intensidad dramática de la partitura aplaudió durante cinco minutos una sensacional ópera que, desde su estreno en 2012 en el Festival d’Aix-en-Provence, gana adeptos allí por donde pasa.
Written on Skin es, sencillamente, una obra maestra. Como compositor, Benjamin maneja con fantasía tímbrica e imaginación poética un arsenal de recursos asombrosos. Domina las técnicas de vanguardia y no corta los lazos con la mejor tradición lírica del siglo XX —la huella de Britten, Messiaen, Jánacek está bien presente en su prodigiosa escritura—, pero sin renunciar a un estilo personal. Y como director de orquesta, se reveló en el Liceo como un maestro que no desaprovechó una sola oportunidad de lucimiento al frente de la Mahler Chamber Orchestra, conjunto de precisión y sobrecogedor virtuosismo.
Hay tensión en la música, al servicio de un gran libreto de Martin Crimp basado en un relato de perfiles inquietantes, Le coeur mangé, historia terrible y descarnada relacionada con la leyenda del trovador provenzal del siglo XIII Guillem de Cabestany, recogida por Bocaccio en su Decameron. La trama juega con los miedos, frustraciones y deseos de un rico protector que castiga a su joven mujer haciéndole comer el corazón de su amante, un ilustrador de pergaminos al que invita a su casa para que deje escrita la historia familiar en piel de pergamino.
Benjamin aprovecha los diversos niveles de la trama y la perfecta arquitectura teatral —tres partes y quince escenas que desembocan en un climax de insoportable tensión— para atrapar al espectador con una música hipnótica, violenta y también mágica. La fusión del texto y la música es tan admirable que se lamentan aún más las carencias de una versión concertante: el sencillo movimiento escénico diseñado por Benjamin Davis se agradece, pero, la verdad, estrenar una ópera nueva sin escenificar es siempre una mala opción.
La versión, que ayer se presentó en el Teatro Real de Madrid, fue defendida con convicción y talento por un formidable equipo de cantantes, la mayoría británicos —bendita tradición— que también son formidables actores y no dejan al azar ni un gesto, ni una palabra, ni un matiz vocal de una obra de hábil sentido cantabile.
Impresionó, y mucho, la actuación de la soprano canadiense Barbara Hannigan, que hace suyo el personaje de Agnès con una fuerza vocal y escénica demoledora. A su lado, deslumbró asimismo el contratenor Tim Mead (El Muchacho y Primer Ángel) con una voz de delicados matices, y el barítono Christopher Purves (Protector) mostró un poderoso instinto teatral. La mezzo Victoria Simmonds y el tenor Robert Murray completaron de una manera impecable el reparto.
Que una nueva ópera triunfe en el Liceo es, francamente raro; el coliseo de la Rambla apenas apuesta por la creación contemporánea, quizás por miedo a los letales efectos en taquilla, quizás por falta de fe en el futuro del género. Por eso Benjamin puede sentirse, en ese sentido, un verdadero privilegiado: hace seis años se presentó en el foyer del gran teatro Info the little hill, también con libreto de Crimp, y así el estreno de Written on Skin le convirtió la noche del miércoles en uno de los pocos compositores vivos que ha visto estrenadas dos óperas en el Liceo.
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