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SOUL Aurora & The Betrayers
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Retros’ pero inconformistas

La nutrida banda, que logró una importante entrada en La Riviera, sigue bebiendo de la Motown y se actualiza con guitarras más feroces

Hace bien poco era fácil encontrarse a Aurora García en la programación del Café Central, así que convocar un millar de personas en La Riviera supone un salto cuantitativo en toda regla. Y la certificación de un fenómeno estimulante: cada vez son más los músicos locales que han interiorizado las enseñanzas del soul y del funk y pueden adentrarse por los territorios de la negritud sin que nadie reclame el carnet de identidad. Aurora y sus ¡diez! Betrayers no serán innovadores, pero sí honestos, expeditivos, razonablemente inconformistas. La introducción instrumental del viernes fue un festín a lo The Dark Side of the Moon que no escucharíamos en un concierto de Aretha Franklin.

Que la espigadísima García huye del mero ejercicio retro se advierte no solo en la osadía de su estilismo (¡esa melena color zanahoria!), sino en el salto adelante de ese segundo disco, Vudú, que acertaba a presentar. Más allá del mimetismo estilístico, se aprecia un esfuerzo por subirle los colores a la guitarra eléctrica y actualizar el registro; por aproximarse más, digamos, a Alabama Shakes que a Tina Turner. Y tanto Fire como Voodoo, los dos expeditivos temas inaugurales, representan los mejores ejemplos al respecto.

La herencia de la Motown recae en Shadows Go Away, el antecesor discográfico, sobre todo con piezas como Take Me Away o Ain’t Got No Feelings, mientras a que Get Down la situaremos junto a aquel Upside Down de la Diana Ross adulta. Todavía se escapan decisiones dudosas, como esos 10 minutos en que Aurora se esfuma del escenario para dar paso a un instrumental anodino y un número aún más anodino de las dos coristas. Su oratoria agarrotada tampoco ayuda, pero los ritmos programados de Walk to the Stars, ya en los bises, restauran ampliamente la fe. La huella de Amy, por fortuna, sigue siendo pronunciada.

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