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Regreso a las barricadas

Descartable Teatre recupera ‘Los fusiles de la señora Carrar’, obra de Bertolt Brecht inspirada en la Guerra Civil

Los protagonistas del montaje, ambientado en una casa humilde de una playa desierta.
Los protagonistas del montaje, ambientado en una casa humilde de una playa desierta.Cooperativa Far

En 1937, en plena Guerra Civil, el dramaturgo alemán Bertolt Brecht estrenó en París Los fusiles de la señora Carrar, obra de un solo acto inspirada en la contienda. Brecht situó el montaje en un pueblo andaluz de pescadores, en la casa humilde de una madre que obliga a su hijo mayor a salir a la mar a faenar. Todo con tal de que no vaya a luchar a la guerra, declara en el texto. En la obra, la señora Carrar se quedó viuda durante la Revolución de Asturias de 1934, no quiere más desgracias familiares y, aunque el frente está a punto de romperse, implora a sus hijos que no acudan a las trincheras.

La mujer defiende que se puede ser neutral sin implicarse en ninguno de los dos bandos. De manera utópica piensa que no pasará nada por no intervenir en el conflicto, aunque se escuchan ya desde casa los bombardeos y los vecinos les presionan poniendo a todo volumen la radio con discursos amenazantes de Queipo de Llano.

“Somos pobres y los pobres no pueden permitirse la guerra”, “me ahorcaré si se marchan”, chantajea la señora Carrar constantemente. Hasta que la guerra arrolla sus convicciones porque ni en el mar se está seguro. La batalla también alcanza la barca del hijo pescador, la muerte vuelve a cernirse sobre la familia y la señora Carrar acaba empuñando el fusil. Después de derrumbarse todas sus convicciones, decide acudir ella misma al frente como combatiente republicana.

El texto podría pasar desapercibido porque en sus obras completas Brecht no le asignó ningún opus concreto, sino que pasó a nombrarla como número extraordinario, con lo que suele quedar relegada al final de las ediciones publicadas de manera póstuma. El dramaturgo pareció sugerir a través de Los fusiles de la señora Carrar que la lucha contra el fascismo era inapelable y que los acontecimientos no podían ser ajenos a los ciudadanos.

Salvando las distancias, en la sociedad actual la obra es más necesaria que nunca, cree la compañía Descartable Teatre. La agrupación, fundada por el argentino Daniel J. Meyer, ha rescatado el texto y estrenará una versión, Fusells, el 3 de febrero en el Almería Teatre. El lema de la compañía es: “Hay momentos en la historia en los que no se puede ser neutral”, sentimiento que han querido trasladar al escenario.

“Es una obra muy comprometida, excesivamente política. Y el momento actual también lo es. A la gente joven se le recrimina que no estudia ni trabaja, que no toma partido. Queremos decirle al espectador que la neutralidad no le llevará a ningún sitio. No puedes quedarte en tu casa viendo Facebook y Twitter y opinando sin hacer nada más”, afirma Meyer, que dirige el montaje. “No tomar partido es básicamente luchar a favor de los otros. Puedes ser conciliador pero no puedes ser neutral. Esto lo aplico tanto al ISIS como al proceso independentista de Cataluña o la crisis de los refugiados. Si escondes la realidad, como quiere hacer la señora Carrar, luego te la encuentras de cara”, añade Meyer.

El reparto es muy joven, con lo que en la versión de Descartable Teatre la madre en realidad es una hermana (Teresa Carrar) que cuida de sus hermanos. Cristina Arenas encarna a la chica. El reparto, en el que también figura un sacerdote o un primo llegado de Motril, se completa con Quim Àvila, Jaume Madaula, Jordi Llovet y Georgina Latre.

En la obra, en cartel hasta el 13 de marzo, hay ecos de la caída de Málaga y la huida de miles de personas hacia Almería con la consecuente masacre ocurrida en la carretera. Meyer no rehuye los comentarios históricos, pero ha querido ensanchar el cerco para no realizar una “recreación” de la Guerra Civil, desgrana el director. Por eso en el escenario a tres bandas, entre redes de pescadores, una casa en una playa desierta y troncos del Empordà, también han instalado una pantalla en la que además del mar se incluyen protecciones con distintos momentos del siglo XX. Estos van desde la caída del muro de Berlín al “Yes, we can” de Barack Obama.

En el montaje figura una versión de Blackbird de los Beatles a cargo de Manu Guix y las banderas son sustituidas por trapos sucios manchados de sangre roja. “La sangre siempre suele ser derramada por banderas”, opina Meyer. La compañía ha iniciado una campaña en Internet en la que invita a la gente a tomarse fotos con el rostro empapado para “mojarse” por la actualidad. “Hay que recuperar la sensibilidad. Quiero que el espectador salga de la función con la convicción de no hacerse el tonto con uno mismo”, concluye el director.

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