La Complutense abre sus museos secretos
La universidad aprovecha su ubicación para editar una guía e invitar a los madrileños a visitar las 14 galerías y 15 colecciones que se esconden en los pasillos de varias facultades
Con este mismo trozo de hierro avejentado ejecutaron, en 1959, al célebre asesino Jarabo. Es un garrote vil, un instrumento típicamente español para dar muerte a los reos quebrándoles el cuello, que se utilizó hasta las postrimerías del franquismo. A su alrededor hay otros instrumentos de tortura: uno sirve para quebrar rodillas, otro se llama aplastacabezas. Forman parte, a modo de reclamo curioso (o morboso), del museo de Antropología Médica, Forense, Paleopatología y Criminalística Profesor Reverte Coma, en la facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
“El fundador del museo, José Manuel Reverte Coma, tenía la curiosidad de un científico del XIX y trajo a su museo todo aquello que en sus múltiples viajes consideró interesante o extraordinario”, dice el director, José Antonio Sánchez. En efecto, tiene este espacio algo de gabinete de curiosidades decimonónico: además de las piezas puramente antropológico-forenses, como los cráneos trepanados y muchos tipos de huesos y esqueletos, hay secciones dedicadas a las momias, los tatuajes, los venenos, los remedios mágicos, las armas homicidas o aquellas que se construyen los presos en las cárceles con sus propias manos, que desbordan la imaginación del visitante.
Este espacio lleno de prodigios para los interesados en el crimen o en los más oscuros vericuetos del alma humana se encuentra tras una puerta más en un pasillo más de la facultad. Fuera, como única señal, unos murales recuerdan a los más grandes criminólogos y criminales de la historia. Es solo uno más entre los 14 museos y 15 colecciones que se esconden en los pasillos de las diferentes facultades y que ahora buscan brillo y esplendor a través de una guía que quiere dar a conocer todo este patrimonio.
No vivir de espaldas
Carlos Andradas, nuevo rector de la Complutense, se ha propuesto abrir la Ciudad Universitaria a toda la población, y no seguir viviendo de espaldas a la capital, con la que no hay mucha interrelación. “Tenemos que aprovechar que estamos muy céntricos”, dice. Por eso ha surgido la iniciativa de esta guía.
“Es un patrimonio increíble, tanto artístico como científico-técnico, que tiene gran importancia en la docencia y la investigación dentro de la universidad, pero también queremos que sea disfrutado por los ciudadanos”, explica María Nagore, vicerrectora de Extensión Universitaria, Cultura y Deporte, vicerrectorado del que dependen los museos (aunque sea a iniciativa del profesorado). Se busca resolver el problema de la dispersión de los museos con la creación de rutas y abrir los más visitados al público permanentemente, pues hoy es necesario concertar con antelación una visita guiada para conocerlos.
La variedad es asombrosa: hay una Colección Histórica de Drogas (facultad de Farmacia) en la que no se puede probar el material, pero que permite conocer 800 ejemplares animales o vegetales con utilidad medicinal. La Colección de Numismática (Geografía e Historia) contiene 1.704 monedas que se han utilizado desde la antigua Grecia hasta la actualidad; es decir, de las efigies de Atenea o Alejandro Magno a la de Juan Carlos I. El curioso Museo Pedagógico de Arte Infantil (Bellas Artes) reúne piezas artísticas creadas por niños y adolescentes de todo el planeta. Y en la Colección Pedagógico Textil Complutense (Centro de Arte Complutense), vinculada en su inicio a la Institución Libre de Enseñanza, se recopilan 6.000 piezas textiles, básicamente encajes y bordados, que sirven de ejemplo de cómo se realizaban esos trabajos.
Sin salir de Medicina, en otro pasillo inopinado, está el Museo de Anatomía Javier Puerta, formado por colecciones de huesos y cráneos, de esculturas de escayola policromadas del XIX (pueden recordar a las figuras religiosas de las procesiones porque las fabricaban los mismos artesanos) y de ceras policromadas de finales del XVIII, “la joya de nuestro museo”, en palabras de Francisco Valderrama, uno de los profesores responsables, que tira de una inscripción del anfiteatro anatómico de Padua, el más antiguo del mundo, para describir su actividad: “Este es el lugar donde la muerte se recrea para ayudar a la vida”.
Son piezas que se utilizan o se han utilizado para formar a multitud de médicos, pero también se encuentran curiosidades, como el esqueleto de un gigante de 2,15 metros de altura (que rivaliza con el llamado Gigante Extremeño, que reposa en el Museo Nacional de Antropología), las figuras de personas con situs inversus, es decir, todos los órganos cambiados colocados en el lado opuesto del cuerpo (el corazón a la derecha), o de una persona dotada con dos penes.
Entre las ceras destacan las relacionadas con la gestación y el parto, o la figura sedente de una embarazada. “Fue una mujer que murió atropellada por un carruaje, su particularidad es que no parece una venus idealizada, como solía hacerse, sino que es una representación auténtica de la muerte”, dice el profesor Valderrama.
Anatomía comparada
De los humanos por dentro al interior de los animales, en el Museo de Anatomía Comparada de Vertebrados (facultad de Biología), una ciencia que, grosso modo, consiste en comparar y ver las diferencias entre los esqueletos de los animales. “Antes se estudiaba con disecciones, plastinaciones, láminas dibujadas por los profesores, ahora se usa mucho pen-drive, mucho powerpoint. Eso sí, todos los alumnos pasan por aquí en algún momento de su estancia en la facultad”, explica Mariano Padilla, conservador del museo. Entre las piezas más llamativas se encuentran la columna vertebral de una ballena rorcual común de 15 metros, un jiráfido o un pequeño elefante, o la nutrida colección de peces, anfibios o reptiles conservados en líquido. Todas las piezas son donaciones de investigadores u otras instituciones (es decir, no han salido a cazar a los animales para mostrarlos aquí), y el museo es visitado con mucha frecuencia por grupos de estudiantes o mayores. Muchos alumnos colaboran desinteresadamente en su mantenimiento.
Hay más: el museo de Farmacia Hispana (facultad de Farmacia), una colección de objetos relacionados con la farmacia, desde la alquimia o la farmacia hispano-árabe hasta cinco tipos diferentes de botica. En el Museo de Astronomía y Geodesia (facultad de Ciencias Matemáticas) se cuenta la historia de la instrumentación astronómica. Y el legado del catedrático de psicología experimental Luis Simarro (facultad de Psicología) incluye obras de artistas de renombre como Sorolla, Madrazo, Durero o Goya. Es solo una pequeña muestra de lo que se encuentra en la Complutense, muchas veces oculto en un pasillo normal y corriente, tras una puerta normal y corriente.
Para visitar los museos: 913 94 11 16 / 913 94 11 17. museos@ucm.es. www.ucm.es/museosycolecciones
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