_
_
_
_
Paté de campaña

Vuelve Cañas

El exdiputado de Ciudadanos protagoniza una escena propia de patio de escuela tras el debate electoral de 'El Periódico'

Cristian Segura

El debate electoral organizado ayer por El Periódico transcurría muy lentamente. Xavier Domènech y Francesc Homs solo volvían a la Tierra cuando era su turno o cuando tomaba la palabra Gabriel Rufián. Ambos le escuchaban con una discreta sonrisa. Duran i Lleida observaba atónito a Rufián, como si no entendiera nada de lo que decía. En las filas de invitados, en el CCCB, tres miembros del equipo de Juan Carlos Girauta se dedicaban a hacer aspavientos mientras Rufián hilvanaba su poesía política. Es lo habitual en el grupo parlamentario de Ciudadanos. El problema es que entre ellos se encontraba el exdiputado Jordi Cañas.

Un miembro de ERC se giró e increpó a Cañas: “Calla, ladrón”. El incidente no llegó a más pero a Cañas le debía durar el cabreo porque en la calle se enfrentó a una decena de chiquillos antisistema con algún porro de más —el olor a maría tumbaba. Se identificaron como alumnos anticapitalistas de la Facultad de Filosofía de la UB y no pasaban de los 20 años. Insultaron a Cañas de todas las formas posibles. Este se iba y no se iba. Sus acompañantes intentaban apartarlo pero al final, la sangre hervía, volvió para encararse con ellos. “A mí no me dais miedo”, dijo Cañas; se sucedieron los gritos, los empujones, yo que te agarro de la solapa, tú que no me toques. Escena propia de patio de escuela.

A Xavier García Albiol y a Jorge Fernández Díaz les cayeron más insultos si cabe, pero en vez de montar el número siguieron como si aquello no fuera con ellos. Duran emuló a Cocodrilo Dundee en la escena del búfalo: les hipnotizó. Cuando le vieron salir, los estudiantes se prepararon para volver a la carga. Duran se acercaba sigilosamente. Primero habló con unos jubilados que pedían firmas para mejorar el sistema de pensiones. Duran firmó y entonces sorprendió a los jóvenes plantándose frente a ellos. Les preguntó qué pedían, intercambiaron pareceres y llegaron a la conclusión que querían lo mismo: universidad pública de calidad y gratuita. Cuando Duran ya los tenía calmados, apareció Ramon Espadaler, que se encontró con que uno de los chavales era de Vic, como él, e hicieron buenas migas.

En Unió hicieron amigos antisistema. Girauta charlaba con unos y otros, luciendo su look de Profesor Bacterio. A Rufián todos le daban ánimos. Domènech compartía cigarrillo con los pensionistas manifestantes. Todos se fueron en paz, menos Cañas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_