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Un paraíso para el vinilo

Unos 60 expositores traen 100.000 discos este fin de semana a a la VIII Feria del disco de Madrid.

SAMUEL SÁNCHEZ

Joan Carles Vilella, director de la VIII Feria Internacional del Disco de Madrid, que se celebra este fin de semana en el hotel Atocha, está satisfecho: “En las tres o cuatro últimas ediciones se nota un nuevo impulso. Las ventas están aumentando”, asegura de la última de la serie de ferias anuales que programa. El plato fuerte es la de Barcelona, una de las grandes de Europa. “Solo la cafetería ocupa más que la de Madrid”, dice el empresario catalán de 52 años.

Unos sesenta expositores acuden a la capital. Vendedores de toda España y de fuera, como la estrella de este año, el estadounidense Michael Koster. “He adaptado las fechas para que estuviera. Es un vendedor mítico de Florida que no quiere moverse en época de huracanes”.

En total habrá unos 100.000 discos. “La mayoría, vinilos. Hace ocho años era el 20% de la oferta. Hoy es más del 80%”.

El del vinilo es el rarísimo caso en el que, para sobrevivir, una industria ha encontrado refugio en un formato desechado por obsoleto. Alrededor del año 2000 los discos de vinilo fueron dados por muertos. Eran un anacronismo. Dos revoluciones tecnológicas consecutivas —el disco compacto primero y, más tarde, los archivos MP3 —, parecieron haber convertido al soporte dominante para la venta de música grabada durante medio siglo en una curiosidad para nostálgicos. Durante años, su supervivencia a la extinción total se debió a un nicho de mercado: los dj’s que pinchaban con vinilo.

La tendencia empezó a revertirse tímidamente alrededor de 2005, por motivos más cabalísticos que reales. Primero se revitalizó el mercado de segunda mano; después llegó el de las novedades. En 2015 da oficialmente más dinero que el streaming. Se habla de una burbuja del vinilo. Los precios se han disparado.

Actualmente, el mercado de segunda mano está prácticamente monopolizado por web como discogs.com, en las que se puede encontrar casi todo, minuciosamente organizado por ediciones, cada una con su respectivo precio, basándose en factores como oferta, demanda y rareza del producto.

El del vinilo es un mercado voluble, sujeto a modas y en el que un pequeño cambio, como que una compañía decida fabricar otra vez un disco raro, produce seísmos en los precios. “Por ejemplo, el disco de Paralisis Permanente [se refiere a El acto, un álbum de 1982 del grupo del madrileño Eduado Benavente] lo vendías sin problemas por 45 o 50 euros. Desde la reedición, tienes suerte si lo colocas por 25. Actualmente lo que más se vende es heavy. Ya se ha pasado el tiempo de la movida”, asegura Vilella.

Y cada vez es más difícil encontrar gangas. Antes cada vendedor sabía lo que su público demandaba y el resto de su producto era más barato. Hoy basta un vistazo a discogs para conocer la cotización internacional de cada referencia. Aunque hay trucos. El más conocido es ir a la feria el último día, cuando los expositores bajan los precios para no tener que volver a casa con stock sobrante. “Nadie te va a vender merluza a precio de pescadilla”, dice Vilella. “Pero para el material menos exclusivo es posible conseguir un buen precio”.

Feria Internacional del Disco. Días 31 de octubre y 1 de noviembre. Hotel Atocha de Rafael Hoteles. Méndez Álvaro, 30. Entrada, 3 euros.

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