El primero de la Bauhaus
La Fundación Juan March presenta la primera muestra concentrada en España sobre el artista Max Bill
Arquitecto, escultor, pintor, diseñador gráfico y de mobiliario, político independiente en el parlamento suizo, profesor, escritor… El suizo Max Bill era un artista con perfil renacentista que bebió del legado de la Bauhaus y que ahora llega, en todas sus facetas, a la Fundación Juan March (hasta el 17 de enero). Artista fundamental de la segunda mitad del siglo XX, esta muestra de 170 piezas es la más completa sobre su figura que se ha hecho nunca en nuestro país.
“Queríamos hacer justicia a todas sus vertientes como multitalento; era un hombre con una mentalidad muy avanzada, que con 18 años estaba exponiendo en la Exposición Universal de Artes Decorativas de París, donde explosionó el Art Deco”, explica Manuel Fontán, director de exposiciones de la institución. “Bill entiende muy bien el concepto de democratización del arte; en los años treinta conoce en París a Duchamp y ya lo considera un gran artista. Tiene un oído muy abierto a las nuevas vías, y ha dejado una enorme huella tanto en el diseño como en la arquitectura o la escultura pública. Influenciando a españoles, como Francisco de Asís Cabrero o Rafael de la Hoz”, cuenta Fontán, que también reseña sobre su impacto en el concretismo y el neoconcretismo argentinos y brasileños.
En este recorrido vital de la obra de Bill pueden verse sus comienzos influenciados por Kandinsky y Klee, que le dieron clases en la Bauhaus. De ahí se pasa a su experiencia con la publicidad: “Para que un artista sea verdaderamente libre, aunque vaya contra los principios románticos del arte, tiene que buscarse un trabajo con el que mantenerse. Así no depende ni de coleccionistas ni de instituciones. Por eso él monta su agencia de publicidad y diseño, con la que hace portadas de libros, anuncios, carteles… Y quizá su primer encargo importante: el diseño de las ediciones de las obras completas de Le Corbusier”, cuenta el director.
La muestra ofrece la posibilidad de ver no solo sus obras primitivas y sus trabajos en diferentes materiales como el lienzo o la madera, sino también algunas muestras de su mobiliario, numerosos carteles publicitarios, fotografías de sus diseños de joyería y un vídeo con estampas de sus esculturas de gran formato y los edificios que diseñó. “Bill se definía como arquitecto. Pero llamarse arquitecto en la Suiza de esa época no es lo mismo que entendemos ahora. La arquitectura es la madre de todas las artes, en ella cabe todo. Se consideraba arquitecto en el sentido alemán de la palabra: como un configurador, un hombre capaz de hacer cosas con la forma. A veces son carteles, otras obras de arte y otras, edificios”, dice Fontán.
A pesar de conocer las nuevas formas de arte que propician el vídeo o la performance, y aceptarlas, nunca se atrevió con ellas. Es un artista que “no parte de una realidad natural, es un puro juego de la imaginación que se concreta en formas”. Su vida queda ahora expuesta en un conjunto en el que predominan colores y un amor por la geometría fruto de una visión de la vida de un hombre que derrocha alegría. “No hay patetismo en Max Bill, es un artista alegre, un hombre que trabaja y juega al mismo tiempo”, concluye Fontán.
Max Bill. Fundación Juan March (Castelló, 77). Entrada libre.
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