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Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Hija del PSUC y ‘nieta’ de bruja

Anna Gabriel, la nueva estrella de la CUP, creció con el anarquismo y el comunismo en casa

Cristian Segura
Anna Gabriel y Antonio Baños en el acto de final de campaña de la CUP.
Anna Gabriel y Antonio Baños en el acto de final de campaña de la CUP.J. Guerrero (AFP)

Anna Gabriel es una criatura de la política en el sentido más puro de la palabra. Gabriel lleva en la sangre el socialismo más doctrinario, heredado en casa, en el pueblo minero de Sallent. Para Gabriel parece que no hay margen para el espectáculo de cara a la galería –como cuando David Fernàndez increpó a Rodrigo Rato con la sandalia– ni para improvisar una gracia cada tres frases –especialidad de Antonio Baños. En una entrevista reciente en Vilaweb, la número dos de la CUP en el Parlamento catalán dijo que su madre era tan del PSUC que su madre era el partido, y que bebió del comunismo y del anarquismo de sus abuelos. Gabriel es la izquierda más ideologizada y más centrada en sacudirlo todo de verdad.

Hay un discurso de Gabriel, del 11 de septiembre de 2013, en el que parece que la ideología la posea. Gabriel no grita en público, incluso en los mitines es poco propensa a elevar demasiado el tono de voz. Sin embargo, en aquella Diada no solo elevó el volumen, la expresión de su cara transmutó con un dolor auténtico cuando gritaba que el sistema capitalista “genera odio, odio y más odio”. En esa intervención pública –consultable en Youtube–, Gabriel cargaba contra la gran burguesía describiéndola así: “Los corruptores, esos empresarios, esas grandes familias catalanas; la gente con corbata, la gente del Liceo, la gente perfumada”. Quien más y quien menos conoce a personas humildes que trabaja encorbatada en las mazmorras de alguna oficina, o a una vecina pensionista que se perfuma con colonias que no cuestan un dineral. ¿Y qué decir del Liceo? El Liceo hace años que está dominado por la clase media, ciudadanos normales con gusto por la ópera.

La estética de Gabriel es netamente cupaire: flequillo rectangular borroka y múltiples pendientes. En el acto central de campaña del 27-S, Gabriel proclamó que los miembros de la CUP “somos las nietas de la brujas que no pudieron quemar” –el lenguaje oficioso de la CUP utiliza el femenino como neutro. Gabriel cursó Derecho, ha sido profesora de Historia del Derecho en la UAB, es educadora social de profesión y afiliada a la CGT. Su dedicación a la CUP ha ocupado buena parte de su tiempo desde 2003. Ha sido ocho años concejal en Sallent y coordinadora de la CUP en el Parlament. Su experiencia política es extensa, a diferencia de Baños y de otros nuevos nombres del partido. En otra entrevista con Vilaweb, de 2012, Gabriel recordaba sus inicios en la CUP desde los movimiento vecinales de Sallent. o cómo tuvieron que inscribirse por primera vez en la Junta Electoral improvisando un logotipo con un adhesivo.

La lucha de Gabriel ha sido ardua y larga, consolidándose más en sus ideales

La lucha de Gabriel ha sido ardua y larga, consolidándose más en sus ideales. Desde esta convicción se entiende que en el debate electoral de 8TV demostrara tanta confianza en sí misma. Sus intervenciones fueron contadas y concisas, con un punto de memorización previa. Hubo dos momentos en los que lamentó que el debate fuera demasiado crispado, cuando no lo fue en ningún momento; la explicación de ello es que probablemente eran mensajes que había asumido previamente que diría, en consonancia con el habitual recurso de la CUP de denunciar en los otros el politiqueo y el partidismo.

El pasado septiembre, en una entrevista para el medio digital Crític, Gabriel insistió en una visión de los grandes medios de comunicación que ya había expuesto con anterioridad: la CUP no puede confiar en ellos: “Haremos bien siendo amables y correctos con todo el mundo que hable bien de nosotros, pero constantemente en alerta. Y teniendo claro que, si esto responde a algún interés, seguro que no es al nuestro, y no al nuestro como CUP, sino como clase”. La prensa parece que se ha enamorado de la CUP, unos porque les parece simpática y un golpe de aire fresco; otros, porque son un aliado para la causa nacional. Gabriel puede desconfiar de los medios, pero la CUP son los primeros que parecen alimentar y disfrutar con su impacto mediático.

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La CUP, y todavía más una dirigente con convicciones tan graníticas como Gabriel, tiene muchos números de caer en la lona ante la crudeza del mundo real. Gabriel reveló este jueves que una propuesta para el acuerdo con Junts Pel Sí es sustituir la presidencia de la Generalitat “por un órgano colegiado de tres, cuatro personas, que pueda representar la transversalidad del independentismo”. En cambio, en 2012, en la entrevista de Vilaweb, Gabriel opinaba esto: “Personas como Vila d'Abadal no forman parte de mi trinchera, solo que si se apunta al carro de la independencia, resulta que entonces coincidimos en un objetivo político. Basta. Yo no trabajo para construir espacios transversales, hay otra gente que puede hacerlo. Nosotros debemos poder organizar al mayor número de gente alrededor de la unidad popular y de postulados radicalmente de izquierdas y transformadores”.

En aquel acto popular de la Diada de 2013, Gabriel defendió el interés de la CUP en una Cataluña independiente con unas condiciones muy claras: “Frente al discurso pseudoizquierdista de los de siempre, que nos hacen creer que un Estado propio per se comporta que habrá políticas sociales. «Madrid nos roba y si nos deja de robar, tendremos una Cataluña próspera». ¡Mentira! Un país solo es próspero si es libre. Un Estado propio no sirve de nada, véase Grecia, si no es anticapitalista, si no se aplican políticas anticapitalistas”. Ahora que la CUP tendrá la llave de la gobernabilidad, ha llegado el momento para que la nieta de los viejos combatientes de la CNT de Sallent demuestre si puede hacer realidad su concepto de libertad.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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