Un monstruo nacido de mujer
Ciara es un monólogo que en el Teatre Akadèmia defiende en toda su complejidad una Àngels Bassas en plenitud
“Cuidado con lo que dices, los niños estarán escuchando. Cuidado con lo que haces, los niños observarán y aprenderán”. Fragmento de la letra de Children will listende Into de Woods de Sondheim que adquiere un retorcido significado cuando quien ha oído, visto y aprendido es la princesita de un mafioso local, un jefe del hampa de Glasgow. Una hija que su padre cree protegida en su inocencia mientras el crimen costea su torre de marfil.
Pero ella, Ciara, oyó, vio y aprendió. Creció, calló, disimuló y se aprovechó del poder y dinero sucio para levantar una barricada de independencia económica y sucedáneo moral. Su burbuja es una próspera galería de arte y su armadura la seguridad adquirida como marchante. Qué su marido sea el lugarteniente del capo es un detalle menor en su inmaculada biografía, y la oportunidad para seguir adquiriendo lecciones de vida a la sombra.
Ciara
De David Horrower.
Dirección: Andrés Lima y Martí Torras Mayneris.
Intérprete: Àngels Bassas. Traducción: Yannick García.
Teatre Akadèmia, 25 de septiembre.
El excelente texto de David Horrower podría limitarse a describir la cínica existencia de una mujer que no se hace las preguntas adecuadas mientras el público disfruta con las intimidades hogareñas de la delincuencia organizada. El tono de comedia negra y brutal cultivado por Guy Ritchie en sus primeras películas, amplio retrato de cierta burguesía criminal, podrida en el fondo y pulida en sus formas británicas. Hasta que estalla la burbuja —la venganza sangrienta siempre acaba por mancharlo todo- y Ciara despierta, mostrándose como digna hija de su padre. Cuando el objetivo último es sobrevivir y recuperar el control sobre las metas fijadas, quizá ha llegado el momento de poner en práctica la ética de la familia y sus métodos. Entonces Ciara se erige en figura de tragedia griega, asumiendo el hado de su progenie y el destino del clan.
Ciara es un monólogo que en el Teatre Akadèmia defiende en toda su complejidad una Àngels Bassas en plenitud. Dirigida por Andrés Lima y Martí Torras Mayneris, la actriz despliega todas sus facultades para construir un personaje que se planta ante el público para reivindicarse desde la primera línea. Una mujer oregami formada por calculados pliegues que ella deshace con explícito placer y medido tiempo ante sus interlocutores en un indisimulado juego de seducción donde ella templa y manda. Ciara, sofisticada y vulgar, fría ante el dolor y capaz de emocionarse ante un cuadro, franca y reservada, simpática y hosca, tierna y dura. Sólo un rasgo de coherencia: nunca débil. Un monumento a la humana contradicción que Àngels Bassas tornea con una sucesión de pequeños gestos. Algunos sólo emergen unos segundos para ser sustituidos por otros que matizan el anterior y el posterior. Una giganta que se levanta para reivindicar sus dominios. Un monstruo nacido de mujer que se gusta y gusta.
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