¿Nos salvará el teatro del apocalipsis?
El montaje 'The Civil Wars', de Milo Rau, golpea al espectador al reflejar la rendición actual como individuos y como sociedad
Apocalipsis. Según la NASA quedan 55 años. Según Milo Rau y el colectivo International Institute of Political Murder estamos metidos de lleno en la demolición del mundo que conocemos o su elaborado espejismo. Es la conclusión después de escuchar las cuatro biografías presentadas en The Civil Wars: la destrucción del “sueño europeo”, ese mito colectivo que nos habíamos otorgado después de la II Guerra Mundial. Cada una de las historias familiares que se recogen en la gran pantalla —confesiones en dramático saturado blanco y negro— hablan del fracaso cuando Europa era modelo de civilización, equidad, cultura, progreso, sentido y compromiso social.
THE CIVIL WARS
Concepción, texto y dirección: M.Rau.
Texto e intérpretes: Karim Bel Kacem, Sara de Bosschere, Sébastien Foucault y Johan Leysen.
Mercat de les Flors, Barcelona, 23 de julio de 2015
Eran los buenos años cuando un emigrante marroquí, un activista político de izquierdas empleado de la IBM, un pionero de la televisión y un pequeño empresario empezaron a borrarse de su entorno, de sus familias. Figuras paternas ausentes por un trágico accidente, la locura y el alcohol. Los padres de Karim Bel Kacem, Sara de Bosschere, Sébastien Foucault y Johan Leysen. Los intérpretes reclutados por Rau para construir a través de sus recuerdos una intrahistoria europea poco complaciente. Excepto el padre de Leysen (muerto en accidente de coche), los otros tres son memorias de la insatisfacción extrema y violenta: el desarraigo y el paro en plena reconstrucción de la prosperidad, la frustración de perder el negocio familiar que nunca formó parte de las aspiraciones personales, el conflicto sin resolver entre los ideales y la realidad. Pero también son las historias de los hijos que —por lo compartido— optaron por alejarse del abismo familiar. ¿Hicieron algo? ¿Algo más que hablar en un teatro? Quizá el otro análisis que sale de The Civil Wars es la molicie ideológica, la rendición como individuos y como sociedad. Paso atrás aprovechado por los mercados y cualquiera que ofrece nuevos ideales —aunque estén teñidos de sangre y radicalidad— para captar adeptos a su causa.
También es una reflexión sobre la esterilidad de la cultura —una polémica tan vieja como el siglo XX— como medio para ofrecer respuesta o salvación. Rau lo ejemplifica con un único gesto escenográfico: el público es recibido por un espectacular palco rococó. Detrás, en un vulgar salón de clase media, caerán las confesiones. Palabras secas de un cuarteto excepcional de intérpretes. Poca ironía, escasa emoción explícita. Un volcado de experiencias íntimas que el oficio de actor matiza con distancia profesional. Un excelente trabajo que deja el interrogante sobre la utilidad de este ejercicio de teatro-documento filmado. Quizá sólo es una magnífica terapia mancomunada sin respuestas compartidas. La primera sin resolver: ¿el teatro, qué papel tiene en el apocalipsis?
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