Comiendo, que no bailando, bajo el sol
SoundEAT! se celebró este sábado en Barcelona incluido en el festival Jardins de Pedralbes
Un disc jockey cañero y ataviado de forma disparatada no paraba de moverse bajo una carpa protectora mientas emitía una música contagiosa en la que se mezclaba lo machacón con abundantes notas de color. La del sardo Raver Jewish era pura incitación al baile. Pero nadie bailaba. La explanada verde que se extendía ante el escenario estaba totalmente vacía y no era por falta de público, la causa era el exceso de sol. A las tres de la tarde el sol picaba lo suyo y lo que menos apetecía era moverse más allá de lo imprescindible.
La climatología no invitaba al baile. Para estas cosas puede se tan mala la solana del mediodía como una tormenta con granizo. A esa hora lo suyo era intentar conseguir una sombra, todas cogidas desde los primeros minutos (misión imposible ya luchar por una), y ligarse algo exótico para comer, eso sí o sentado en el césped (ese que no se puede pisar) o en alguna de las muchas mesas libres bajo el sol (imposible aguantar incluso con gorra).
FESTIVAL JARDINS DE PEDRALBES
SoundEAT! Music & Street Food
Jardines del palacio real, 27 de junio
Comer y bailar, ese era el doble propósito del festival SoundEAT! que, durante todo el día de ayer, se celebró en Barcelona y que este año estaba incluido en el festival Jardins de Pedralbes. Lo original de la idea (original ahora y aquí) era mezclar música más o menos alternativa con los manjares ofrecidos por una decena de camionetas restaurante que acabaron agenciándose el protagonismo de la propuesta.
Definitivamente las camionetas restaurante, ahora ya irremediablemente conocidas como food trucks, están de moda. Han dejado de lado su imagen de fritanga de fiesta mayor de barriada periférica para llegar hasta los puntos más chic de la modernidad. Este sábado, a lo largo de todo el día, ocuparon uno de los parques más suntuosos y elegantes de la ciudad: los jardines del palacio real de Pedralbes.
Así, tanto en los regios jardines como en la habitualmente tranquila (ayer no) pérgola de Gaudí o entre el espeso cañaveral el abundante público repartía sus preferencias exóticas entre tacos de cochinita pibil, Pork Vindaloo o Shrimp Po'Boy con Pickled Red Onions. Incluso se podía emular a Bob Esponja con un auténtico cangreburger surfero o acabar el periplo gastronómico-viajero con helados llegados de la capital de Osona. Una oferta como se suele decir para todos los gustos, de buena calidad y a precio asequible servida desde coloristas camionetas (o remolques) de nombre igualmente colorista.
En la parte musical el grupo Extraperlo abrió fuego cuando la gente todavía estaba entrando en contacto con la oferta y más atentos a husmear entre las camionetas que a plantarse bajo el sol ante el escenario. Siguieron varios disc jockeys pero durante todo el mediodía y a la hora de la siesta la asistencia era más familiar que discotequera y, aparentemente, los grupos, con muchos niños, que descansaban o comían en el césped estaban más por gozar del entorno que por disfrutar de la música.
La cosa fue cambiando con la paulatina marcha del sol (que no el calor), los niños fueron sustituidos por personal más maduro y algunos hasta se decidieron a bailar ante el escenario.
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