A la sombra del plátano gordo

1.El Plátano Gordo.  Este árbol (Platanus hybrida), en medio de la Casa de Campo, junto al Lago, tiene más de 200 años de antigüedad. Mide 20 metros de alto y tiene cuatro de diámetro. Según explica un cartel aledaño, nunca ha sido podado, por lo que mantiene su porte original. Me gusta ir a verlo y quedarme bajo él. (Casa de Campo; paseo Puerta del Ángel, 1. Zona de Lago).

2. Parque de la Quinta de los Molinos. Soy muy mediterráneo y la primera vez que lo vi me quedé alucinado. Este jardín era propiedad del Conde de Torre Arias, pero el noble, en 1920, decidió regalárselo al arquitecto alicantino César Cort Botí, especializado en urbanismo y paisajismo. Él fue el creador del espacio concebido como un jardín mediterráneo perfecto. ¿Mi zona favorita? Donde están todos los almendros. (Calle de Alcalá, 527).

3. Jardín Botánico. He elegido muchas zonas verdes porque me fascinan las plantas. También voy de cañas, pero como me parece que todo el mundo recomienda bares y restaurantes, he optado por los jardines. Del Botánico recomiendo una placita rodeada de tilos a la que voy a leer. Me gusta tanto que hace poco me hice socio. (Plaza de Murillo, 2).

4. Cementerio de los Ingleses. Un cementerio me transmite respeto y paz. Este —inaugurado en el siglo XIX para enterrar a los extranjeros que pertenecían a otra confesión y que no podían ser sepultados en los cementerios católicos— me gusta porque, además de ser muy entrañable, tiene algo de fantástico. (Calle del Comandante Fontanes, 7).

5. La presa número ocho del Río Manzanares.  Es una zona de Madrid Río que está a la altura del Paseo de Yeserías. Un puente cruza el Manzanares y al lado hay un césped en el que me gusta quitarme los zapatos, echarme o ver a la gente pasar. Es una zona de la capital donde se puede estar muy cerca del agua; aquí Madrid se redime por no tener mar.

6. La Rosaleda del Retiro. Cuando la descubrí me pareció un lugar encantador; un jardín mágico. Me gusta recorrer sus caminos e ir parando en función del aroma de las rosas; algunas huelen muchísimo y te dejan prendado.

7. Cuesta de Moyano.  Me he comprado muchos libros aquí; es todo un ritual pasear e ir manoseando volúmenes de otra época. El último con el que me hice: Brujología: Congreso de San Sebastian, que recoge las ponencias de este curioso evento que se celebró en 1973.

8. Cerro del Tío Pío. Me gusta más su nombre popular, que navega entre lo épico y lo castizo: el Parque de las Siete Tetas de Vallecas. Me parecen brutales las vistas desde aquí, tanto los atardeceres como el skyline de Madrid. Era una escombrera y mira lo bien que ha quedado al final. (Puente de Vallecas).

9. Mercado de Mostenses.La diversidad de puestos, con productos latinos o chinos, y de público lo convierte en un lugar muy especial. Cuando voy, me gusta tomarme una caña en un bar chino subterráneo que hay. (Plaza Mostenses, 1).

10. Panteón de los Hombres Ilustres. Muy cerquita de Atocha, sorprende este edificio neobizantino, obra de Fernando Arbós y Tremanti. Aunque no encontraron ilustres para llenarlo, es un lugar muy romántico. (Calle de Julián Gayarre, 3).