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Concierto con huelguistas

Los acomodadores del Auditori y el Liceo radicalizan sus acciones en el último concierto de la temporada

El director de orquesta Jukka-Pekka Saraste, durante una actuación.
El director de orquesta Jukka-Pekka Saraste, durante una actuación.

Los acomodadores del Auditori y el Gran Teatro del Liceo en huelga indefinida aprovecharon el lunes la última gran cita sinfónica de la temporada para radicalizar sus acciones reivindicativas. Por primera vez desde que iniciaron, el pasado 30 de abril, un paro indefinido en protesta por los recortes y la precarización de sus condiciones de trabajo, un grupo de huelguistas logró acceder a la sala del Auditori para expresar sus protestas durante la celebración del concierto de la prestigiosa Orquesta Sinfónica de Radio Colonia (WDR) bajo la dirección de su titular, Jukka-Pekka Saraste. El ruido provocado por los huelguistas, dentro y fuera de la sala, rompió la concentración de los músicos, provocó fallos y desajustes e impidió al público disfrutar el último concierto de la temporada de Ibercamera.

La noche empezó con un ruido ensordecedor. En la puerta de acceso al Auditori de Barcelona, Josep Maria Prat, presidente de Ibercamera, intentaba rebajar el clima de tensión dando la bienvenida con un apretón de manos a los abonados que accedían al interior de la sala tras atravesar un pasillo vallado con protección policial.

Los pitidos, gritos -y también insultos- no presagiaban una velada musical plácida. La unión de los acomodadores del Auditori y el Liceo multiplicó sus efectivos en las puertas de acceso a la sala sinfónica, consiguiendo que el infernal ruido de pitos, bocinas y sirenas se colara en el interior de la sala, entorpeciendo la actuación de los músicos.

Un grupo de huelguistas, situados estratégicamente en los palcos laterales del segundo y tercer piso, esperaron a que, con un cuarto de hora de retraso, se iniciara la velada; mientras la formación alemana y su titular acompañaban al joven violonchelista armenio Narek Hakhnazaryan en el Concierto para violonchelo de Antonin Dvórak, lanzaron octavillas desde distintos puntos de la sala provocando gran revuelo. Las carreras de los huelguistas para evitar ser detenidos por el personal de seguridad contribuyeron a romper aún más la concentración de los músicos y el público.

El concierto, que empezó con un cuarto de hora de retraso, fue sistemáticamente entorpecido por una acción reivindicativa que pasó factura a la orquesta, al director y de forma muy especial al joven violochelista Narek Hahnazaryan, llamado a última hora para sustituir a Natalia Gutman, que canceló su actuación por enfermedad. Además de los nervios lógicos del debut, y encima tocando una de los más hermosos conciertos del repertorio, tuvo que hacer frente a un nivel de contaminación sonora que impidió apreciar los matices y la calidad del sonido de este joven músico, medalla de oro en el último Concurso Internacional Chaikovski de Moscú.

A pesar de las incidencias, Hakhnazaryan mostró su personalidad, con un sonido redondo, bien controlado, una técnica muy eficaz y un sentido del canto que deparó momentos de hondo lirismo. La espectacular propina - un Lamento del compositor y violonchelista italiano Giovanni Sollima que fusiona admirablemente el canto con el sonido del violonchelo- despertó auténtico entusiasmo por el despliegue de recursos técnicos y expresivos.

Quizá por la analítica y distante dirección de Saraste, quizá por la imposibilidad de disfrutar el concierto sin agresiones sonoras externas, con el necesario silencio, la actuación de la formación alemana -un tanto descompensada y ruidosa en la Patética de Chaikovski que cerraba el programa- no alcanzó el éxito esperado.

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