Antídoto femenino a la decepción ciudadana

Dice la juez Manuela Carmena que sin mujeres en política no hay democracia. Son minoría, pero avanzando. La prueba es que de los seis candidatos a la alcaldía de Madrid, cuatro son mujeres. La ley —que obliga al menos a que haya un 40% de mujeres en las listas— es un trampolín, pero también juega un papel su preparación, su creciente interés por cambiar las cosas y la estrategia de los partidos. EL PAÍS ha reunido a siete mujeres que encabezan el cartel en sus municipios para que cuenten su experiencia.

La conciliación laboral es una barrera que ellas han conseguido franquear. El ejemplo extremo es Eva Abril, la aspirante de Ahora Aranjuez (una lista de unidad popular), con un bebé de 40 días que pasea allá donde va. “La gente me felicitaba por la candidatura y yo dando a la vez la teta a Jan”, cuenta divertida. “Es duro. Para la gente, político es sinónimo de corrupto”.

Tampoco es fácil para Beatriz Arceredillo, alcaldesa de Parla tras la detención de José María Fraile (PSOE) en la Operación Púnica. No cree que Tomás Gómez intentase que renunciara al cargo de regidora por machismo —consiguieron que cediese la número dos socialista en el Ayuntamiento— sino por “conflictos de intereses”. Aunque Arceredillo, que se presenta por Mover Parla, sostiene que el PSOE ha posicionado en los últimos meses a mujeres al frente no por capacitación, sino por imagen, porque los votantes percibiesen a las féminas como más honestas que los hombres, mejor gestoras y más alejadas de los chanchullos. “Como un soplo de aire fresco”, resume.

Las siete aspirantes comparten la idea de que una mujer suele gestionar mejor. Que tiene los pies en el suelo y sabe que antes de embarcarse en grandes proyectos tiene que abonar lo que debe. Patricia Reyes, candidata de Ciudadanos en Boadilla del Monte, relaciona también la capacidad de gestión con la maternidad (o paternidad). “A quienes tenemos hijos nos preocupa el futuro. No quiero que tenga que emigrar para trabajar”.

Eugenia Carballedo (Madrid, 1971), aspirante del PP en Leganés, asegura que ser mujer jamás ha sido una barrera en su carrera. “Me rodeo de mujeres. Esperanza Aguirre es la presidenta de mi partido en Madrid, tenemos una alcaldesa [Ana Botella], he dependido de una consejera y tres de los cuatro directores generales de la consejería de Empleo eran mujeres”. En los últimos días ha pasado un mal trago. En el portal Forocoches un anónimo lanzó una encuesta en la que pregunta a los cibernautas si se acostarían con ella o Tania Sánchez, excandidata de IU.

Sara Hernández, la candidata del PSOE en Getafe, reconoce que al principio sintió cierta “tutela” masculina en la agrupación cuando fue elegida secretaria local. “Muchos hombres se incorporaron al partido a finales de los setenta-ochenta. Luego han llegado las mujeres”, cuenta Hernández, que ha ido rejuveneciendo su equipo. También apreció cierta desconfianza de un periodista en su primera entrevista como primera teniente alcalde de Getafe. “¡Parecía que no podía hacer mi trabajo como mis compañeros!”, aún se indigna. Y se declara orgullosa de que sea su partido el primero que instaura las listas cremalleras, en las que se alternan candidatos de distinto sexo.

Patricia García, aspirante de UPyD en San Sebastián de los Reyes, no cree necesario decretar las listas cremallera. Sostiene que en su partido practican la paridad de forma natural. “Yo he encontrado más dificultades para conciliar en la empresa privada”, asegura García, que se organizaba como concejal del Ayuntamiento de Madrid para recoger a su hija a las cinco de la tarde y reunirse con alguien después.

La campaña de Pilar Fernández, alcaldable de IU en Alcalá de Henares, se basa en el buzoneo. Así que estos días esta viuda con un niño pequeño se las ingenia para dejarlo con familiares. “Me compensa porque la política local es la más cercana a la ciudadanía y puedes cambiar sus vidas”, explica Fernández, que se confiesa “mucho más mandona y exigente” que los hombres.

Fernández, como las demás políticas, huye de los grandes mítines para convencidos y se centran en hablar con las asociaciones locales y los ciudadanos de a pie. Quizá por su condición de mujeres, organizan también actos familiares con niños por las mañanas o meriendas con jóvenes que quieren dejarse oír.

Todas cuentan con una trayectoria profesional anterior a la política y aseguran que no quieren perpetuarse en el cargo. “No he renunciado a nada, pero he parado cosas”, reconoce la candidata del PSOE en Getafe.