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“No me apuntéis, no puedo huir con el coche en marcha”

La Audiencia de Pontevedra juzga a ‘Canceliñas’, detenido en 2013 tras un secuestro

Saturnino Cerezo, 'Canceliñas?, durante el juicio
Saturnino Cerezo, 'Canceliñas?, durante el juicioSalvador Sas (EFE)

Sorprendido en el aparcamiento del supermercado tras hacer la compra, el médico acertó a decir a los delincuentes que le acababan de secuestrar escopeta en mano: “No hace falta que me apuntéis, no puedo huir con el coche en marcha”. Era el 7 de noviembre de 2013 y 24 horas después Saturnino Marcos Cerezo Cancelas, ‘Canceliñas’ y Álvaro Miguel dos Santos Barbosa soltaron al hombre en el monte, con unas monedas y una linterna, tras obtener su tarjeta de crédito y claves bancarias. Esta mañana secuestradores y víctima se encontraron en el juicio contra la pareja, acusada de una cruzada criminal de casi un mes de atracos a mano armada en busca de dinero para la siguiente dosis de heroína. “Sí, me pidieron perdón”, dijo el doctor.

El periplo de ‘Canceliñas’, 46 años, delincuente peligroso y drogodependiente casi desde la adolescencia, que cuenta en su trayectoria una huida de la prisión de Vigo en 1997, acaparó titulares en noviembre de 2013. Primero fue el atraco de una casa de madrugada en Torneiros (O Porriño), después el asalto a una gasolinera en Tui, luego el secuestro express del médico portugués en Arcos de Valdevez, al otro lado de la frontera, y finalmente, tras la detención de su compinche la búsqueda por los montes del sur de Pontevedra hasta que fue localizado en Redondela. La fiscalía pide 28 años de prisión para Cerezo y 25 y nueve meses para Barbosa.

El acusado negó este relato. Sí, no había vuelto a prisión desde febrero tras saltarse un permiso y sí, secuestró al médico. Pero de la gasolinera nada de nada, y el asalto a la casa fue una visita intempestiva que acabó mal, no un intento de robo. En la casa vivía un “vecino de toda la vida” que además era narcotraficante y para quien había hecho “viajes” en esos meses. Si había ido al chalé de madrugada era para decirle que no volviese a contar con él. La escopeta no era suya sino de este hombre, que lo encañonó nada más verle y con el que forcejeó. Los disparos, incluido el que hirió en un glúteo a la novia del propietario, fueron fortuitos. Y si lo ataron fue porque “estaba muy nervioso, para que se tranquilizase”.

Los inquilinos no dieron validez a tal versión. Tanto la mujer herida como el viejo conocido de Cerezo indicaron que Cancelas y Barbosa entraron en la casa –discreparon sobre quien fue el primero en cruzar el umbral- con una escopeta y un cuchillo largo, respectivamente, y que dispararon a dar. “Venían muy mal, muy nerviosos y alterados”, dijo ella. “Os cartos, os cartos’”, recordó oírles reclamar él. El hijo de este, que había salido a comprar cerveza a una gasolinera próxima, indicó que llegó justo cuando la novia de su padre emprendía la huida. Los atacantes salieron a continuación sin dirigirle la palabra, cogieron el BMW del garaje y se fueron. Se llevaron 100 euros y no registraron la casa.

Barbosa declaró que pensó en abandonar a Canceliñas durante la fuga, pero que tenía miedo de que atacase a su familia. Ambos cuchichearon en el inicio de la vista, hasta que la presidenta de la sala, tras mandarles callar sin éxito, ordenó a los policías que se sentasen entre ellos. Canceliñas, de chándal, le saca una cabeza a Barbosa, 14 años más joven que él, esquelético, con sudadera y vaqueros.

El médico, que aún requiere asistencia psicológica, entró en la sala de vistas guiñando el ojo a Canceliñas y refiriéndose al dúo como “Marcos y Álvaro”. ¿Quiere usted pedir indemnización?”, le preguntó la magistrada. Respondió: “Ellos no tienen con qué pagar y a mí no me van a arreglar lo mío”.

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