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Tarde de triunfalismo con El Juli y Perera a hombros

Toros sin trapío, viento y frio el día de San José

Los diestros Julián López, 'El Juli', y Miguel Ángel Perera salen a hombros tras haber cortado cuatro y dos orejas respectivamente en la séptima corrida de la Feria de Fallas.
Los diestros Julián López, 'El Juli', y Miguel Ángel Perera salen a hombros tras haber cortado cuatro y dos orejas respectivamente en la séptima corrida de la Feria de Fallas.Kai Försterling (EFE)

Seis avisos sonaron en la tarde, de los que tres se dieron antes de entrar a matar. De esos seis, cuatro coleccionó Perera, que a punto estuvo de que le devolvieran el tercero por su pasividad. Seis avisos, seis; mucho frio, mucho viento y seis orejas cortadas. Un batiburrillo de datos para la estadística en tarde con varios argumentos, pero muy triunfalista. Las seis orejas se las repartieron Juli, cuatro, y Perera, dos. Pero vamos por partes.

HERNÁNDEZ, GARCIGRANDE / FINITO, JULI, PERERA

Toros de Domingo Hernández -1º, 3º, 4º y 5º- y Garcigrande -2º y 6º-. En general sin trapío. Los más aparentes, 3º, 4º y 5º. De buen juego en general, destacó sobre todos el quinto. El sexto, manso, se dejó en la muleta. Ninguno se empleó en varas.

Finito de Córdoba. –aviso- casi entera trasera (saludos); pinchazo y media, ambos huyendo (pitos).

El Juli. Estocada trasera y rinconera (dos orejas); -aviso- entera baja (dos orejas).

Miguel Ángel Perera. Estocada trasera –aviso-, -2º aviso- descabello (oreja); -aviso- pinchazo y estocada trasera –aviso- (oreja).

Plaza de Valencia, 19 de marzo. 7º de Fallas. Media.

La corrida de los dos hierros de la casa, Domingo Hernández y Garcigrande, tuvo toros impresentables; primero, segundo y sexto, sobre todo y ante todo, con más tipo de novillotes que de cuatreños. Los otros tres, sin ser gran cosa, disimularon un poco más. El toro de más cuajo, el quinto que, además, fue un gran toro en la muleta que no lució del todo por el vendaval desatado en la plaza. Noble, con poca fuerza y sin emoción, el primero; obediente el impresentable segundo; noble y a su inercia, el tercero; ni fu ni fa y algo incómodo, el cuarto, y manso con arrancadas sueltas y buenas, el que cerró plaza. Ninguno de los seis se empleó en varas, a lo sumo se dejaron, y pasaron con simples picotazos de puro teatro.

El Juli fue al copo: cuatro orejas. En medio de una ventolera, montó al novillete segundo una faena larga y con bastantes prisas. En ese uso y abuso del toro, Juli trató al torete a “gorrazos” y amontonó los pases, que siempre remató hacia afuera. No tuvo color lucha tan desigual. Por la derecha, por la izquierda, el tres en uno, y una galería final con circulares invertidos: toda una colección de pases que hicieron olvidar el viento y el frio. No importó que la espada quedara trasera y rinconera para que asomaran por la presidencia dos pañuelos blancos casi a la vez: dos orejas. Sobraba una.

El quinto, el más toro de la corrida, fue un gran toro que el viento no dejó lucir en plenitud. El Juli desafió la tempestad, con gran seguridad, y no dejó escapar la ocasión. El gran mérito fue, precisamente, no dejarse intimidar por el viento. Con la muleta a veces ingobernable y convertida en una banderola a capricho de la ventisca, se pasó cuanto quiso y como quiso el gran toro. Una faena arrolladora, de gran seguridad, pasada de metraje y con inoportuno desarme cuando el toro ya pedía el fin de sus días. Le llegó a El Juli un aviso toreando y de nuevo la espada cayo baja. Tampoco importó: dos orejas. Sobraba otra.

El diestro Julián López, 'El Juli', da un pase de rodillas a su segundo toro, Acogido, al que ha cortado dos orejas.
El diestro Julián López, 'El Juli', da un pase de rodillas a su segundo toro, Acogido, al que ha cortado dos orejas.Kai Försterling (EFE)

A Perera casi le suenen los tres avisos del tercero. Con una estocada trasera el toro se aculó en tablas y Perera esperó la supuesta rápida muerte del toro. Espera y actitud absurda. Contemplativo Perera, los dos avisos cayeron uno a uno sin que el torero hiciera nada por reducir la agonía del toro. Antes de esa escena, el astado embistió a la muleta de Perera noble y al paso, llevado por su bondadosa inercia. La faena, también interminable, no rompió de verdad hasta que llegó el toreo de cercanías y los cambios de muleta de mano.

El sexto, otro novillote, manseó en varas y esperó con cierta guasilla en banderillas. Perera no se lo pensó dos veces para hincarse de rodillas e ir directo al grano. Al primer muletazo de tal guisa, el toro se marchó suelto. Pero a la vuelta, cogió los vuelos de la tela y aprovechó Perera, que se mantuvo arrodillado, para, entre otros, dar un circular y un natural que levantaron la ovación. Las arrancadas del toro no eran seguidas, pero cuando lo hacía tenía tres o cuatro imparables como embebido o hipnotizado en la muleta. Cosidos los derechazos en redondo, con la pierna contraria descargada, Perera también impuso su ley y tampoco le importó que el viento no se perdiera la escena. Por el pitón izquierdo ya no fue lo mismo el toro, que no tardó en mirar de reojo a las tablas y amagar varias veces con refugiarse en ellas. Otro aviso llegó antes de entrar a matar y al pinchazo previo le siguió una entera trasera que puso fin a la corrida.

Finito se esforzó en el insignificante y flojo primero. Después de muchos pases sin ton ni son, buscando un tesoro que nunca llegó a encontrar, sacó dos cortas series con la izquierda de bello dibujo. La faena se hizo pesada por larga y llegó el primer aviso de la tarde antes de cuadrar. El burraco cuarto hizo tomar precauciones a los banderilleros sin mucha justificación. Entre probaturas y el viento, pasó el tiempo y una faena con muchas dudas y poco convencimiento.

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