El último de una estirpe
En el jazz hay tradición de cantantes femeninas, pero no tanta de sus homólogos varones. El estadounidense Kurt Elling, que hoy actúa en el Auditorio Nacional, es el número uno del mundo
Es el número uno entre los vocalistas de jazz de la modernidad; el último eslabón de una cadena acaso inexistente: la de los cantantes masculinos de jazz.
Kurt Elling (Chicago, 1967) cuenta con un público de fieles seguidores que para sí quisieran otros. Su concierto del próximo sábado en el Auditorio Nacional lleva colgado el “no hay billetes” desde el mismo momento de ponerse las entradas a la venta: “Lo agradezco, porque lo que yo hago no tiene nada que ver con lo que hace la mayoría de los cantantes, tanto de jazz como de pop o de cualquier otro género de música”, asegura por teléfono en una pausa de su gira europea.
Frente a la ambigüedad de los unos, Elling se reivindica como cantante de jazz por derecho propio: “el cantante de jazz es alguien que ha estado en contacto con la tradición y está enamorado de su historia; alguien a quien le gusta improvisar y que persigue la idea de imaginar un futuro hermoso. Nadie puede aspirar a convertirse en ello sin saber quienes son Ella Fitzgerald y Jon Hendricks o Lee Konitz. El cantante de jazz debe de entender que forma parte de una gran familia, y que ese poso cultural perdura en su sonido. No es un filósofo, ni un místico, pero su conocimiento de la historia y su misma existencia como músico de jazz le proporciona una sabiduría que otros no tienen. Y lo más importante: el cantante de jazz nunca canta lo que ya ha cantado”.
“Lo que hago no tiene nada que ver con la mayoría de los Vocalistas”
Predicando con el ejemplo: en 1619 Broadway - The Brill Building Project, el único cantante de jazz de la historia doctorado en teología por la Divinity School de Oxford aborda un repertorio inusual: “el disco está dedicado al famoso edificio Brill en Manhattan que durante generaciones fue el hogar de los más grandes compositores, editores y productores, desde Irving Berlin y Duke Ellington a Nat King Cole, Burt Bacharach, o Carole King. Era una especie de colmena con una habitación en medio donde había una pianista a disposición de los autores, y, alrededor de ella, los despachos donde éstos trabajaban, de modo que el sonido se filtraba de uno a otro, y todos aprendían de todos, y se robaban las composiciones mutuamente. Aquel fue el hogar del que salieron The locomotion, Save the last dance for me, You’ve got a friend, y tantas otras…”
El más heterogéneo de los discos de Kurt Elling, incluye interpretaciones de Paul Simon —American tune— y Frank Sinatra: “cuando tú coges una canción como Come fly with me sabes que te la estás jugando. Resulta imposible deslindar un tema como ese de su pasado, olvidarte de todos los que lo han cantado a lo largo del tiempo… sería una ingenuidad pensar que ahora tú vas a ser capaz de reinventarlo, pero sí puedes aspirar legítimamente a dejar tu firma en él. Lo que no tiene sentido es pretender ser original por ser original”. En su concierto de hoy, Elling ofrecerá una selección de 1619 Broadway junto a temas de su próximo disco, Passion world, “el producto de años dando la vuelta al mundo y recogiendo canciones de todo tipo que, por un motivo u otro, me han llamado la atención”. De Polonia a Irlanda y Cuba. Elling tira de su “poquito español” en Si yo te contara, de Félix Rafael Herrera Altuna, más conocido como Félix Reina: “siempre he querido cantar un bolero como ese”.
“Sobre todo, el cantante de jazz nunca repite lo que ha cantado”
Comprometido con su tiempo — “en los Estados Unidos hay una oligarquía que acumula cada vez más poder sin que a nadie parezca interesarle”— y las artes — “la lengua puede swingear como el jazz, tome el caso de Homero, ¡su poesía swingea!”— Elling adquirió su última vivienda en Chicago al matrimonio Obama: “Quien iba a decirme que el futuro presidente de la nación iba a darme las llaves de mi propia casa”. Sobre la tantas veces anunciada muerte del jazz, el cantante tiene su opinión: “el jazz tendrá futuro mientras haya músicos que quieran hacer cosas nuevas y no se conformen con recrear el pasado. Puede que no sea la música más popular del mundo, pero tampoco vive encerrada en la capsula del tiempo como dicen algunos. Somos muchos los que trabajamos en la idea de un futuro hermoso a través de la música. Yo, al menos, lo intento”.
Kurt Elling actúa hoy en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional.
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