La Virgen desciende del altar
Blanca Portillo y Agustí Villaronga llevan al Teatre Lliure la exitosa ‘El testamento de María’
Una madre pierde un hijo y en su desgarro decide rememorar desde el exilio su versión de la historia tal y como ella la vivió. La madre, protagonista de la obra El testamento de María, podría ser en la actualidad cualquiera de Irak o de Siria, de las que ven como sus hijos marchan al frente movidos por un ideal y fallecen. Pero en el monólogo que Blanca Portillo protagoniza a partir de hoy en el Teatre Lliure la actriz encarna un símbolo: la Virgen María.
El monólogo, del escritor irlandés Colm Tóibín, se estrenó en Dublín en 2011. Después dio paso a una novela. El cineasta Agustí Villaronga, en su primera incursión como director teatral, estrenó la versión española del montaje en el festival Grec del año pasado. Tras cosechar aplausos y recalar, entre otros, en el Centro Dramático Nacional, que participó en la producción de la obra, El testamento de María regresa a Barcelona. Se representará en el Lliure de Montjuïc hasta el 22 de este mes.
En el texto, Portillo baja del altar y se presenta como una mujer del campo humilde y rota de dolor por el sacrificio de Jesús de Nazaret. La madre piensa que se lo han arrebatado por una decisión divina que no logra comprender y por “un odio humano terrible” que le provoca la desazón más grande de todas cuando lo clavan en la cruz, reflexiona Villaronga, que estos días se encuentra rodando fuera de España.
Despojada de artificios, presa de la emoción y totalmente pagana, María ya en la vejez pasa sus últimos días exiliada en Éfeso, en la actual costa turca. Lo hace vigilada y mantenida por los discípulos de su hijo difunto. Allí su vida transcurre entre el tormento (desatado por el odio que siente por el fallecido un sector de la sociedad) y los sentimientos encontrados, que abarcan desde la culpa hasta claros deseos de rebelión. Sobre lo ocurrido en Jerusalén, María sabe que alguno de los discípulos de su hijo escribe falsedades y decide explicar al espectador su versión de la realidad. “Cuando cada día sufres por la pérdida de un hijo acabas con agujetas en el alma”, reflexionó ayer Portillo sobre su interpretación.
A lo largo del parlamento, María reconstruye algunos momentos de la vida de Jesús, incluso los que no logra comprender, como los que comportan elementos milagrosos, por ejemplo las Bodas de Caná. La protagonista de este testamento pagano reflexiona, tras 2.000 años en silencio, desde una escenografía que funciona como un retablo, creación del artista Frederic Amat.
El testamento de María cuenta con música de la compositora y cantante australiana de Dead Can Dance Lisa Gerard. Es, además, el primer monólogo que asume Portillo. Ayer, la actriz quiso recordar a dos compañeras de profesión fallecidas recientemente, Amparo Baró y especialmente a Rosa Novell, quien en un principio tenía que representar este papel en una versión catalana. La enfermedad de Novell frustró el proyecto, si Villaronga, con la ayuda de la productora Isona Passola, registró algunos ensayos. “La mejor manera de rendirles homenaje a ellas es presentar esta obra que habla de la mujer”, concluyó Portillo.
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