Las risas y el reto
El actor y cantante logra redondear un espectáculo bien divertido, pero queda la duda de si se atreverá a escribir música sin excusa cómica
“Es estupendo reírse de las cosas que te salen mal”, decía en una entrevista Álex O’Dogherty a cuenta de fiascos, tropiezos y demás calamidades que se van acumulando en la singladura. La autoparodia constituye quizás el ingrediente más suculento de Mi imaginación y yo, un espectáculo jacarandoso y multidisciplinar que anoche desató cataratas de risas en un Circo Price más que demediado. “Diremos que hubo gente que se quedó sin entrar”, resumió con gracia el propio afectado, un tipo que se burla hasta de su estampa. Ventajas de que el ingenio le brote como una ola, por tomarle prestado un chiste sobre canciones con letras poco veraces.
Al gaditano de sangre francoirlandesa le asociamos con Camera Café, Doctor Mateo y demás hitos televisivos, pero sus cualidades musicales no son nada anecdóticas. Canta con voz rotunda (y algo metálica); toca el piano, guitarras, ukelele, bandoneón, acordeón, trompeta y lo que se le pone por medio, y es tan capaz de escribir swing (Soy un imbécil o, en la sublimación de la sorna, Esta canción es una mierda) como rumba Mi energía es mía, baladas rockeras o ese funk-rock, Venveteven, que se mira en el espejo de Red Hot Chili Peppers. Y si Dani Rovira emerge como falso espontáneo entre las butacas para la hilarante No hubo manera, crónica de gatillazos inconcebibles, las risotadas son cosa segura.
El esfuerzo por divertir trunca algún buen momento musical Parar no no, pero Mil cepillos de dientes o La vuelta al mundo dejan entrever a un autor con empaque. Ahora está por ver si O’Dogherty se atreve a hacer un disco sin más. Un álbum en sí mismo, más allá de monólogos, peroratas alucinantes a velocidad sideral o pianos de los que emergen instrumentos. Lo que vienen siendo diez o doce canciones para escuchar, primeramente, en el salón. He ahí, si se quiere, el próximo reto.
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